Mi querida Gaby:
Hoy eres una niña de apenas ocho años, con la mirada limpia, el corazón curioso y la risa fácil. Tal vez aún no leas estas palabras, pero llegará el momento en que lo harás, y quiero que tengas esto guardado como una brújula para tu vida.
La vida tiene tres pilares fundamentales que moldean nuestro destino: el tiempo, la salud y las finanzas. Parecen simples, pero llevan la profundidad de todo lo que somos.
Primero, el tiempo. Muchas personas no lo valoran. Es el recurso más precioso que tenemos. El tiempo te regala momentos, recuerdos, aprendizajes... a veces dulces, a veces amargos, pero todos necesarios. Aprovecha cada instante, porque con el tiempo se forma tu historia. Aprende de él, madura con él y decide mejor gracias a él.
Segundo, cuida tu salud física y mental. Es tu vehículo para recorrer esta vida. Ámate lo suficiente para mantenerte fuerte, libre de vicios, con la verdad por delante. Porque una mente sana y un cuerpo en armonía te llevan más lejos que cualquier riqueza. No ignores tu bienestar; él te sostiene en los días difíciles y te da alas en los días de triunfo.
Y el tercer punto, el más complejo, pero quizás el más poderoso: tu salud financiera. Solo un pequeño porcentaje de personas logra comprender su verdadera importancia. No se trata solo de ahorrar. Se trata de tener la valentía de tomar riesgos, de entender que el éxito no llega por costumbre, sino por decisión. Es dejar de trabajar por dinero y aprender a hacer que el dinero trabaje para ti. Es aprender a vivir del rendimiento, no del esfuerzo constante. Y sí, eso significa fallar, perder, empezar de nuevo. Pero también significa crecer.
Yo he fracasado muchas veces, pero también he triunfado. He aprendido a levantarme, y a veces, lo más valioso ha sido caer. Tu abuelo fue un hombre noble, lo extraño cada día, pero nunca se atrevió a arriesgar. Tú sí hazlo, hija. Atrévete. Vive con valor. El miedo es parte del camino, pero el riesgo es el puente que te acercará a una vida plena.
Te amo con todo mi corazón, Gaby Peña.
Esta es mi verdad, y te la dejo como semilla.
Papá.
