Opinión

Ginseng (Parte 1)

Sección Editorial

  • Por: Fina Ferrara
  • 07 Enero 2024, 23:51

Una planta valorada desde tiempos ancestrales. 

El ginseng (Panax ginseng) es originario de China, Indochina, Corea, Vietnam y Japón. La parte utilizada medicinalmente es la raíz, existiendo comercialmente dos variedades: Una blanca (oficial en la Farmacopea Europea) y una rojiza (oficial para la Farmacopea Japonesa). 

Se diferencian en que la primera está desprovista de corteza mientras que la segunda la conserva. Esta raíz rojiza es considerada de mejor calidad para ser aplicada medicinalmente, comercializándose como ginseng coreano rojo.

El nombre genérico Panax deriva del griego pan (todo) y axos (curación) que significa panacea, aludiendo a su capacidad para curar todos los males. En tanto, ginseng deriva del chino rensheng = raíz con forma de hombre, de ahí se pensó que esta planta estaba predestinada a los seres humanos. 

Las investigaciones antropológicas mencionan una antigüedad para el ginseng que ronda los tres millones de años. Durante más de 4,000 años, los médicos orientales prescribían esta raíz como tónico y restaurador esencial del organismo. 

Dentro de la filosofía china del arte de curar, la Farmacopea de Shen Nung relata que el ginseng tiene “poder reparador de las cinco vísceras que regulan el equilibrio entre el Yin y el Yang”, lo que en medicina occidental equivale a los cinco sistemas básicos del cuerpo humano (digestivo, respiratorio, neurológico, circulatorio y endócrino-hormonal). 

Los emperadores chinos fueron los primeros en usar esta planta en la creencia que podían prolongar sus vidas, por ello llegó a pagarse su peso en oro y 250 veces su peso en plata. La raíz del ginseng ha sido considerada desde mediados de la década de los 60 como una planta adaptógena. 

Este concepto implica que sus componentes activos no están destinados a combatir una enfermedad específica, sino que su empleo está dirigido a aumentar la capacidad de defensa de un organismo frente a agresores externos. 

Esta particularidad no es exclusiva del ginseng, sino que también aparece en otras plantas como la Rhodiola, la Ashawagandha y la Schizandra, entre otras. Las propiedades adaptogénicas del ginseng son llevadas a cabo por medio de un incremento en la performance física y mayor resistencia a las situaciones de estrés, aumentando la capacidad de trabajo en forma sostenida.  

Además de esta propiedad adaptógena que aumenta la resistencia al estrés y mantiene los niveles de energía, el ginseng estimula la circulación cerebral, y, por ende, aumenta la capacidad cognitiva relacionada específicamente con la función de memoria y aprendizaje. 

Esto es muy útil en personas con síntomas de envejecimiento y arteriosclerosis, ya que mejora el flujo sanguíneo cerebral y la actividad cognitiva. También se comprobó, a través de estudios en humanos, la disminución de los efectos depresivos en aquellos pacientes que estaban medicados con psicofármacos. 

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