En estos días del siglo XXI, ¡qué gran reto es atrapar la atención de un estudiante de secundaria para, posteriormente, mantenerla durante una sesión de cuarenta minutos! ¿Y si la clase es doble, es decir, de dos horas continuas? ¿Qué se deberá hacer para que, como maestro, se esté en plena acción de enseñanza, sin distractores ni interrupciones que echen a perder el orden y el sentido de lo que se pretende que aprendan los pupilos? En verdad que es todo un tema estar al alba y vigente todos los días ante un estilo de alumno sobreprotegido por todos los sectores del entorno escolar. Sin embargo, no es tan difícil como parece, al menos si se intentan algunas estrategias.
Las materias o asignaturas en los tres grados de secundaria de nuestra escuela mexicana son, en lo general, muy parecidas. Dicho de otra manera, hay secuencia. Ahora bien, para abordar a los jóvenes de nuevo ingreso de cualquier grado, en nuestra opinión, es indispensable el examen de diagnóstico para conocer los límites y alcances de cada alumno. No obstante, las habilidades particulares que poseen en el modo de aprender tal o cual asignatura nos conducirán para determinar por dónde habrá que iniciar con mayor soltura.
Hablar de jovencitos de primer grado es tan distinto a hablar de los de tercero. Aquellos traen hábitos muy significativos y apegados a su maestro de sexto de primaria; en cambio, éstos ya se “creen grandes” y hasta autosuficientes; por ende, son rebeldones y buscan a toda costa la atención, hasta cierto punto, plenipotenciaria de sus padres y de sus maestros.
Los cambios físicos e intelectuales están a la orden del día; su humor, tan vulnerable, obedece a la gran cantidad de hormonas que generan sus glándulas endócrinas, principalmente. Su cerebro, en lo que respecta a su corteza, se encuentra en pleno crecimiento e inicio de madurez: está pasando de superficie lisa o semilisa a una más rugosa, adquiriendo características específicas para asentar una personalidad que se etiquetará por siempre. Señoritas y varones son tan disímiles como volátiles: hoy están muy bien y, al cabo de unos instantes, ¿quién sabe? Todo un ardid entenderles y enseñarles, además. El descubrimiento de estas conductas y su manejo es, precisamente, el secreto de ser maestro.
El profesor, con estos antecedentes como punto de partida, tratará con amor profesional, y con el apoyo de los padres de familia, encontrar la receta más adecuada para lograr que APRENDAN DIVIRTIÉNDOSE, buscando no sobrepasar la línea del respeto mutuo. En los últimos años, qué difícil es hacer que trabajen en equipo; aunque con el auxilio de los “líderes naturales” del grupo, se pueden obtener resultados satisfactorios. Esa forma de trabajar, acompañada del acatamiento de reglas y patrones previamente establecidos, va “contra natura” en los adolescentes. ¿A poco sí? ¡Sí! La mayoría “son bien contreras”, y su ansia de ser adultos —sin serlo aún— los orilla a tomar procederes retadores en algunos casos. Incluso, es tan común observar que violan frecuentemente el reglamento escolar; no es otra cosa que el deseo de que se fijen en ellos. Es pedir a gritos atención y calor humano.
En segunda instancia, y aparte del examen de diagnóstico, otra estrategia sólida —por los resultados que se obtienen— es que elaboren y construyan trabajos, dibujos, pinturas, experimentos, presentaciones digitales, participaciones en bailes regionales, pequeñas obras de teatro y/o “clases públicas”, siguiendo instrucciones claras y discutidas con antelación. En resumen, todo lo que implique trabajo creativo e imaginativo realizado por ellos, de manera individual, en pares o en tercias, y que luego se expongan, debata y critique en grupo, resulta todo un éxito. Así se explota su potencial mediante actividades realizadas por gusto y no por exigencia. Así de simple.
Es una tarea ardua, llena de retos; sí, pero con logros de aprovechamiento a corto, mediano y largo plazo. Organizarlos por gustos comunes y que se distribuyan las actividades y tareas por habilidades traerá como consecuencia la exposición o presentación de un proyecto de alta trascendencia y con óptimos resultados. La habilidad del docente recaerá, precisamente, en recopilar con astucia los datos iniciales observados en el examen de diagnóstico y/o test psicosocial. En ello estriba el éxito del perfil de egreso del alumno de secundaria.
Bueno, y los de segundo grado, ¿qué? Estos niños se cuecen aparte; son dignos de un análisis exclusivo, al igual que los niños de cuarto grado de primaria.
Sin exagerar en la terminología, afirmamos que, hoy y siempre, enseñar en este siglo XXI ES TODO UN ARTE.
La verdad, como es. Se tenía que decir, y se dijo. Hasta la próxima.