Hoy, primero de septiembre, suceden a la vez diversos actos representativos de la vida política de México. El Poder Legislativo inicia un nuevo periodo, tanto en el Congreso de la Unión (Cámara de Diputados y Senadores), como en las legislaturas locales.
En el Congreso de Nuevo León se instalará en sesión solemne la nueva mesa directiva, que habrá de presidir la diputada Itzel Castillo Almanza, del Grupo Legislativo del PAN.
En la Cámara de Diputados a nivel federal, la presidencia de la mesa directiva corresponde por reglamento al PAN. Sin embargo, aún no hay acuerdo para conocer quién de ese partido presidirá la mesa, toda vez que el Grupo Parlamentario de Morena ha vetado las cuatro propuestas que presentó el PAN: Margarita Zavala, Kenia López Rabadán, Federico Döring y Germán Martínez.
El Senado, por su parte, ya ha elegido a Laura Itzel Castillo —hija del legendario hombre de izquierda, Heberto Castillo— y, a diferencia de la Cámara de Diputados, el reglamento marca la continuación de la dirección de la mesa directiva a cargo del partido mayoritario, que es Morena.
La importancia de la dirección de la mesa directiva es muy relevante para que el desarrollo de las sesiones se lleve a cabo con orden e imparcialidad. También es relevante porque quien preside la mesa directiva representa los valores institucionales, así como el respeto hacia todas las fracciones parlamentarias que integran las diferentes cámaras.
Las escenas que vimos en la última sesión del primer año de ejercicio legislativo en el Senado fueron lamentables, pero reflejan la tensión e insatisfacción de las fracciones parlamentarias ante la conducción de las sesiones de la presidencia. Desde la designación de Gerardo Fernández Noroña, se anticipaba que la presidencia de la mesa directiva del Senado sería controvertida, dada la personalidad del personaje. Al final del año legislativo, resultó ser la más conflictiva de la que se tenga memoria, al grado de terminar a golpes y jaloneos.
La presidencia de la mesa legislativa tiene la obligación de permanecer imparcial y de conducir las sesiones de forma impecable, apegadas al reglamento, sin favoritismos y sin emboscadas para los grupos legislativos adversos al que representa la presidencia.
Esperemos que así suceda, especialmente en el Congreso local; que tengamos una mesa directiva que conduzca los trabajos de la mejor manera y genere un ambiente imparcial y a la altura de la representación de las y los nuevoleonenses.
Asimismo, es vital para la relación entre poderes —como lo es Legislativo con el Ejecutivo— mantener una comunicación institucional sólida, lo cual, en el caso particular de Nuevo León, se ha visto muy lastimada a lo largo de la administración de Samuel García.
Cabe señalar que el gobernador adelantó que no asistirá a la sesión solemne para el inicio del segundo año legislativo del Congreso local, debido a que acompañará a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, en su primer informe de gobierno. Con ello, hilará tres años sin acudir al Congreso del Estado. Samuel García solo ha asistido el primer año de su gobierno al Congreso en la legislatura 76. Actualmente, estamos en la legislatura 77, la cual ni siquiera cuenta con una foto oficial con el gobernador del estado, a un año de la toma de protesta. De seguir así, la Legislatura 77 no verá al gobernador en el recinto legislativo. increíble.
