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Opinión

Israel contra Irán

Luz sobre luz

La nueva guerra en Medio Oriente, entre Israel e Irán, debe importarnos por cuando menos tres grandes razones.

Una, la moralmente obligada: se trata de otra terrible tragedia donde están muriendo cientos, o quizá ya miles, de personas inocentes, incluyendo mujeres y niños, ante la incapacidad de los gobiernos de resolver sus problemas de otra manera y ante su aparente afán y apetito bélico.

Dos, la que más preocupa: que el conflicto pueda crecer y que potencialmente desemboque en una tercera guerra mundial como el peor —mas no imposible— desenlace de este conflicto; ya que, por un lado, si sigue creciendo, otras naciones podrían inmiscuirse en “solidaridad” —unas a favor de Irán, como China, Rusia o Pakistán; otras del lado de Israel, como Estados Unidos o algún otro país de Occidente—. Y es que hay claras presiones y tentaciones para arrastrar a Estados Unidos a un conflicto directo contra Irán.

Y tres, la que nos toca el bolsillo: el conflicto ya mostró su “cercanía” al disparar los precios del petróleo, pues, al cierre de este artículo, habían subido un 15% en sólo una semana, con la posibilidad cercana de que pronto estemos pagando más por la gasolina que consumimos.

No olvidemos que en esa zona del mundo se produce alrededor de un tercio de todo el crudo extraído en el planeta, y un conflicto de mayor escala puede restringir la oferta y encarecer el producto.

Cuando menos un 20% de los barriles del petróleo mundial pasan por el estrecho de Ormuz, zona que puede conflictuarse, y la prueba es que Estados Unidos ya ha ordenado la salida de parte de su personal de embajadas cercanas.

Sin duda, el riesgo mayor es que esto se convierta en un conflicto a gran escala.

Hay quienes no ven una solución pronta, pues advierten que el supuesto “peligro de que Irán arme bombas nucleares”, que refiere el premier israelí Benjamín Netanyahu, no es el verdadero motivo del conflicto, pues ese argumento se viene usando y repitiendo desde los años noventa sin que se le haya podido comprobar a Irán la fabricación de armamento nuclear.

El verdadero motivo, advierten numerosos especialistas, es la necesidad de Netanyahu de abrir un nuevo frente de guerra contra un enemigo “temido por Occidente” y constantemente catalogado de promover al terrorismo, para así tratar de limpiar su imagen ante el enorme descrédito internacional por lo que ya abiertamente es calificado como su “genocida” guerra contra Palestina.

Benjamín Netanyahu ha estado a punto de ser destituido en su país y, a la par, enfrenta denuncias serias por crímenes contra la humanidad en la Corte Internacional por los ataques sistemáticos e indiscriminados contra la población palestina.

Nada como abrir un nuevo frente de guerra, donde Netanyahu busca presentarse como paladín defensor de la región y de Occidente, y donde, lejos de presentarse como victimario, ahora busca ser víctima de un “plan de destrucción de Israel” que atribuye a Irán.

Lo complicado será que ahora le crean, pues Netanyahu ha recurrido a los mismos argumentos por más de 30 años.

Lo que otros analistas observan como causa de esta atroz guerra es la necesidad que tendría Israel —y más concretamente esta polémica administración que encabeza Netanyahu— de boicotear las negociaciones entre Irán y Estados Unidos en relación con el programa nuclear iraní.

Hay que saber que Irán sí ha aceptado el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares —cosa que Israel no ha firmado— y sí ha permitido la inspección internacional a sus plantas e instalaciones nucleares —lo cual Israel tampoco ha hecho—.

Por eso, voces como la del coronel Lawrence Wilkerson, quien fue chief of staff de Colin Powell, exsecretario de Estado de EUA, afirman que el verdadero peligro nuclear en la zona es Israel, y no Irán; y que el verdadero Estado terrorista de la región, con todo y armas nucleares, es el que encabeza Benjamín Netanyahu.

Wilkerson, como otros políticos en EUA, se manifiesta abiertamente en favor de un tratado de regulación nuclear hacia Irán encabezado por Estados Unidos, y no en favor de una guerra con Irán, que a Estados Unidos no le conviene en lo absoluto, pero a la cual parece querer arrastrarlo Israel.

La única noticia positiva de la semana fue que Donald Trump no parece haber sucumbido a la tentación de unirse al conflicto contra Irán y, al contrario, el domingo advirtió que impulsará una negociación y un acuerdo de paz entre Israel e Irán.

Ojalá lo logre, porque, al menos Netanyahu, pareciera querer todo lo contrario.

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