Jalón de orejas
Sección Editorial
- Por: Luis Sampayo
- 23 Diciembre 2025, 00:00
Sumergidos en medio del caprichoso embroque de nuestros destinos que nos ubica en esta temporada navideña, con una serie de emociones y de extraños sinsabores, o algo así como agridulces sensaciones, por lo irónico que representa llegar sano y de pie a este punto del calendario cuando muchos de nuestros seres queridos lamentablemente no pudieron arribar—
Bien merece valorar la experiencia que nos ofreció este año que está por terminar para tomarlo como un “jalón de orejas” que nos invite a proseguir sobre la brecha de la vida, con una mejor actitud que nos conduzca a convertirnos en mejores personas en beneficio de nosotros mismos.
Inmersos en un año que fue profundamente peligroso, nos obsequió víctimas y muchos otros inocentes remitidos al otro mundo bajo la inseguridad etiquetada como “daño colateral”; más la crisis económica, la escasés de medicamentos, la falta de credibilidad, el exceso de verborrea y la falta de certidumbre y confianza hacia las instituciones y poderes, tal parece que este 2025, que gracias a Dios ya está por terminar, se ha ensañado sin compasión sobre la sociedad por causa, obra y efecto de deficientes, ineficientes y erróneas políticas públicas de algunos.
Ver caer a familiares, amigos y seres queridos este 2025 como consecuencia de estos errores, de igual forma que cualquier otra ausencia de nuestro entorno provocada por cualquier causa, ha sido profundamente doloroso para los afectos, y este dolor se magnifica en esta temporada navideña, pues es precisamente esta época en la que estrechamos los vínculos de amor y amistad que, en muchos casos y en esta ocasión, verán opacada su luz por el halo de tristeza que surge de la ausencia de esos seres queridos que ya no están.
Será, pues, una época navideña distinta para muchas familias, porque ya no estuvieron en la mesa esta Nochebuena todos completos, todos aquellos con quienes compartieron estas fiestas apenas un año atrás.
Pero el hecho de que usted y yo, junto con otros sobrevivientes del 2025, estemos de pie y con salud, a pesar del dolor por la ausencia de nuestros seres queridos en estos momentos tan sensibles, estimado lector, nos invita a hacer el ejercicio de la franca y sincera reflexión con la mira puesta en la esperanza del año nuevo, que debe llegar de la mano del amor, la paz, la salud, el trabajo y la prosperidad que tanto anhelamos para nuestras vidas.
Para ello debemos reconocer que el significado de la Navidad va de la mano con la manifestación de ciertos valores humanos que, comúnmente, en el día a día, se mantienen más o menos sumergidos en el olvido de nuestro compulsivo trajinar. Valores como la solidaridad, la unión, el amor, la paz y la esperanza son algunos de los principios que norman la época decembrina y se magnifican en nombre de la Navidad, pues estos principios se encuentran avalados en el tesoro almacenado de la conciencia y el corazón de nuestras más profundas creencias.
En lo particular, estimado lector, y sin considerarme ser y ejercer la propia vida como un cristiano que acata las normas escritas, su servidor escribe las propias sobre piernas, en una mezcla entre lo establecido y lo vivido, para considerarme, a estas alturas de la vida, un privilegiado de Dios por tantas bendiciones de amor venidas en la vida misma. Vida que, sencillamente por aún poseerla, nos hace estar grandemente agradecidos con el Creador, mi Dios, y, por supuesto, con mis padres, quienes con amor verdadero me la obsequiaron.
Por ello, en honor de nuestros seres queridos que nos han antecedido en ese “paseíllo celestial” que ha significado su partida y por honrar lo que hicieron, fueron y significaron en la construcción de nuestras vidas, este “jalón de orejas”, estimado lector, viene para todos nosotros. Para que asumamos con conciencia y responsabilidad cada momento que pasa como uno más y, al mismo tiempo, uno menos en el calendario de nuestras vidas.
Por consiguiente, cualquier cosa que signifique ese momento hay que aceptarla, vivirla y disfrutarla con mucho valor, amor y una gran intensidad, como si se tratase de lo último que nos presenta Dios para firmar, con amor, el epílogo de nuestras vidas.
Agradezco el día de hoy su tiempo, su espacio y su lectura, pues es todo por hoy; medite y reflexione lo que le platico, estimado lector. Esperando que esta Navidad le traiga a usted y su familia mucho amor, salud, paz y prosperidad, por favor, cuídese y ame a los suyos. Me despido honrando la memoria de mi querido hermano Joel Sampayo Climaco, con sus palabras: “Tengan la bondad de ser felices”. Nos leemos aquí el próximo lunes, Dios mediante.
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