Mucho se ha dicho sobre el lazo que une a los humanos con las mascotas, especialmente con los perros, que son particularmente leales y generan fuertes vínculos de amistad y cariño con los humanos. En mi caso particular tengo una perrita salchicha que este año cumplirá 17 años y es muy difícil pensar que su tiempo de vida se agota por vejez.
El día de ayer recibí un mensaje de mi mamá que me decía que mi perrita Lola, de raza dachshund, color café (ahora encanecida), no quería beber agua y tampoco había probado comida.
Inmediatamente, una gran melancolía se apoderó de mí, pensando en los 16 años de amistad que llevamos juntas, los momentos que hemos vivido y la gran amistad y apoyo emocional que ha sido para mí.
Recordé los momentos más difíciles, como cuando rescaté una perrita pitbull y derivado de los celos de Lola la pitbull se abalanzó sobre ella y la mordió, heridas afortunadamente no de gravedad pero que requirieron cuidados y curaciones incómodas. En otra ocasión, a Lola, durante una revisión veterinaria, le descubrieron una hernia que la llevó a cirugía y hospitalización.
Esos son los hechos más sobresalientes en la vida de Lola, en lo que a mí respecta; mi perrita me ha acompañado a lo largo de diferentes trabajos que me han llevado a vivir en diferentes ciudades por algún tiempo, a padecer las molestias ocasionadas por la fuerte humedad de la ciudad de Xalapa, Veracruz, que dicho sea de paso le ocasionó una infestación de pulgas que en época de primavera inundaban los jardines.
A Lola siempre le gustaba acompañarme a todas partes, ya sea por carretera o por avión, una vez, por cierto, aterricé en la Ciudad de México en el último vuelo del día y llegó mi maleta pero no apareció la reja de Lola, hace 10 años los perros no eran permitidos en cabina, tenían que viajar con las maletas, por lo que mi sorpresa al ver que no llegó fue casi de infarto, especialmente cuando personal de la aerolínea me dijo que ya no había equipaje pendiente de entrega pero que la buscarían y luego me contactaban.
Antes de que me diera el infarto vi a lo lejos en la última banda de equipajes una caja, corrí hacia ella y era Lola muy serena esperando a ser recogida por su dueña. No podía de la felicidad cuando la vi, sus ojos grandes cafés y muy redondos me miraban con alegría y brillo.
Los perros son un gran regalo de la vida para la humanidad, su vida a nuestro lado nos marca para siempre, por eso es muy difícil pensar pueda estar cerca la separación, personalmente me siento profundamente triste de pensar que la partida se acerca. Lola es mi mejor amiga y siempre la amaré y la recordaré, sus piernas hoy no son fuertes, su caminar es lento, su pelo encanecido en su totalidad en algunas partes como sus patitas delanteras, sus dientes en buenas condiciones, conserva la mayoría.
En general, ha sido una perrita sana y se encuentra en buen estado, pero la vida tiene marcada la sentencia de la muerte y aunque me duela en lo más profundo, sé que ese momento llegará pronto.
A mi amiga Lola la llevaré siempre en mi recuerdo y será parte de lo más valioso y bonito que me ha pasado en mi vida, así como lo he vivido con otros de mis perros de la infancia que recuerdo tal y como si fuera ayer. Larga vida a los perros que nos llenan la vida de gratos momentos.