Con dedicatoria para Arturo y Emiliano.
El mejor duelo de la semana, sin discusión, será el del cierre del domingo: Packers Vs. Steelers.
Un choque con aroma a historia, a egos y, por qué no, a revancha disfrazada de profesionalismo.
Tiene varias aristas, y no, no me refiero sólo a las del casco.
Primero: son dos dinastías de la NFL, pesos pesados que llevan décadas forjando leyenda.
Segundo: el exmariscal de Green Bay, Aaron Rodgers, ahora viste de negro y dorado. Sí, ese que por años hizo sonreír a los fans del queso, hoy podría derretirlo desde el otro lado del campo.
Y tercero: mis dos amigos, Arturo y Emiliano, andan con los nervios de punta. Uno soñando con el Lambeau y el otro jurando que el “acero” no se oxida. Spoiler: el que pierda paga las alitas.
Rodgers, como buen actor principal de este drama, jura que “no hay nada personal”.
Claro, y yo también digo que no me importa ganar en el fantasy… hasta que me toca perder.
Dice que “sólo hace su trabajo”. Pero créanme, si gana va a festejar como si acabara de quemar las últimas acciones de queso cheddar en el mercado.
Del otro lado está Jordan Love, el alumno que un día le quitó el asiento al maestro.
Habla sereno, educado, casi zen. Pero por dentro quiere hacer pedazos a su sensei. No lo culpo. Todos queremos ganarle alguna vez a quien nos enseñó.
Rodgers, por cierto, no llega con las manos vacías.
Fueron 18 temporadas en Green Bay, un Super Bowl, cuatro MVPs, y una lista de logros que ya quisieran muchos.
Y aún así, un día le dieron las gracias y subieron al escenario del Draft para tomar a Love.
Historia cíclica: a Favre le hicieron lo mismo cuando tomaron a Rodgers en 2005. Karma, versión NFL.
Hoy, el veterano de 41 años comanda a los Steelers con marca de 4-2, mientras los Packers (4-1-1) dominan la NFC Norte.
O sea: ambos llegan afilados.
Y yo… también.
Qué esperar
Este domingo se espera un juego tenso, con pases largos y defensas que huelen la sangre.
Emiliano dice que Micah Pearson será una pesadilla para la línea de Pittsburgh.
Arturo, en cambio, ya planeó el menú del sufrimiento para evitar otro colapso como el de Arizona.
Yo, fiel al acero, mantengo la calma. Casi es mi cumpleaños, y un triunfo de Steelers sería el mejor regalo.
Así que aquí estoy, entre la fe, el sarcasmo y la esperanza de que el acero logre fundir el queso.
Y si no… al menos que Rodgers nos dé show. Porque si algo sabe hacer, además de lanzar, es mantenernos hablando de él.
