La Reserva Federal anunció un nuevo recorte de 25 puntos base, llevando la tasa a 3.50%–3.75%, su nivel más bajo en casi tres años.
Es el tercer recorte consecutivo, una señal clara de que
la etapa de restricción monetaria iniciada en 2022 quedó atrás.
Pero la decisión estuvo lejos de ser unánime: tres miembros del comité disintieron,evidenciando la división interna sobre qué pesa más hoy, el riesgo inflacionario o el enfriamiento laboral.
El contexto es clave. Entre 2022 y 2023, la Fed subió la tasa hasta 5.50%, el nivel más alto en 22 años, para frenar una inflación que llegó a 9.1% en 2022.
Hoy, la inflación preferida por la Fed ronda 2.6%, muy por debajo del pico, pero todavía lejos de la meta.
El mercado laboral también muestra señales de desgaste: el desempleo ronda 4.4% y varios indicadores apuntan a que la creación de empleo podría estar sobreestimada. La historia ayuda a calibrar este momento.
En los ochenta, Paul Volcker llevó las tasas cerca de 20%
para romper una inflación que devoraba salarios.
En contraste, tras la crisis de 2008 y la pandemia, la tasa estuvo prácticamente en cero durante años.
Ahora estamos en un punto intermedio: un mundo sin dinero gratis, pero tampoco de castigo extremo.
Los ciclos de recorte suelen ser profundos: históricamente, cuando la Fed empieza a bajar, termina ajustando en promedio más de 200 puntos base en el primer año.
Sin embargo, el mensaje de hoy es distinto: la Fed anticipa solo un recorte adicional en 2026 y tasas estables alrededor de 3.1%–
3.4% hacia 2027. Es decir, no habrá una vuelta al dinero barato.
Para México y América Latina, este movimiento implica menor presión sobre las monedas y sobre el costo de financiamiento, pero también obliga a bancos centrales como Banxico a ser prudentes:
si la Fed frena su ciclo de recortes, el margen de acción se reduce.
La reflexión final es simple pero profunda: muchos se obsesionan con el número del día, pero lo importante es la película completa.
En menos de una década pasamos de tasas cercanas a cero al
endurecimiento más agresivo en cuarenta años.
Si seguimos apostando a la deuda fácil, esperando “otro recorte” como salvación, no hemos aprendido nada.
La Fed puede bajar la tasa, pero no puede bajar la responsabilidad financiera de personas, empresas y países. Ese es el verdadero reto.
