Opinión

La política…

Sección Editorial

  • Por: Luis Sampayo
  • 19 Marzo 2023, 20:00

La política, que algunos llaman ciencia o –como Maquiavelo– la definen como arte, es la actividad o grupo de actividades que comprende la forma de gobierno y la organización de los mismos sobre los grupos o sociedades que se conforman en comunidades, estados y países.En México, la práctica de la política es multifuncional en su concepto y es ejercido no sólo por los políticos de carrera, sino por sindicatos, líderes sociales, religiosos, empresariales, grupos conformados de diferente naturaleza y, por qué no decirlo, hasta criminales e individuos “independientes” comunes y corrientes, (aunque por lo regular los corrientes son también los más comunes), y que tienen la visión de hacerse de beneficios de cualquier índole, a través de las formas y estructuras de gobierno. Es así, que la política se ha convertido en el vehículo ideal para transportar a todos los sinfines del territorio y a todas las estructuras internas de gobierno público o privado sobre la potente estatura que le da su propio poder, al canibalismo humano que representa la corrupción.La Corrupción en sí, de manera sencilla y clara, se describe como un acto o una actividad de deslealtad hacia los principios éticos, morales, sociales y humanos de la honestidad (he ahí el por qué “canibalismo”). Y es así que tenemos en nuestro país la presencia de la corrupción en todos los niveles de gobierno y de organización corporativa, que se manifiesta como fenómeno a través de distintos rostros bajo el manto del quehacer político.A través de un “moche”, de una “mordida”, de una recomendación, una insinuación, una dádiva, un donativo, una limosna, un porcentaje, un interés, una ayuda, una colaboración, un disimulo, un acuerdo, un desvío, una comisión, un chantaje, un favor, un pago, una factura, una simulación, una presión y de 1,000 formas más, el acto de deslealtad a la honradez brota de manera oculta a través de la política.En los deportes, en la iniciativa privada, en las universidades, en las escuelas, en los sindicatos, en los restaurantes, en las oficinas, en las policías, en los agentes de tránsito, en los bancos, en las compañías de seguros, en las iglesias, en los gobiernos, en el periodismo, en los servidores públicos, en los prestadores de servicios, en las constructoras y en todos lados y rincones de nuestras sociedades, se practica la política presumiblemente para el bien común, pero ésta, como parte ya de una cultura arraigada en nuestra sociedad, viene acompañada generalmente de la corrupción: recuerde, en este país “El que no tranza no avanza”.Y como “El pez grande se come al chico”, el poder en la estatura de quienes están mejor posicionados que otros, hace que esos otros como consecuencia sucumban al arbitrio o al antojo de la voluntad política de la corrupción.Pero en el equivocado ejercicio de la política se provocan los actos y hechos desleales de los que hemos sido testigos a lo largo de la historia reciente en nuestro país, en nuestro estado y en nuestras Instituciones. Aclarando, por supuesto, que la corrupción no es un fenómeno exclusivo del poder público.Hoy observamos la deslealtad hacia la honestidad, en el pleito entre el Congreso y el gobierno estatal, que a estas alturas ya no sabemos sin trasgrediendo la ley, pero sí burlándose de los principios de ella, han faltado a sus valores e ideales, para intercambiarse ataques que nada abonan a la sociedad que representan.Las necesidades en nuestra sociedad son más apremiantes que nunca y la verdad, no se solucionan disparando palabras a diestra, siniestra y sin honor a la verdad, sino con un trabajo responsable bajo los principios éticos, morales y valores sociales y humanos de la honestidad que debían de prevalecer para conducirse con honor y con honestidad en los puestos que fueron elegidos.Honestidad con la que podríamos alcanzar a contar nuevamente con seguridad, libertad, movilidad, tranquilidad, certidumbre, paz social y gobernabilidad, es decir, el bienestar que tanto anhelamos, pero que tristemente no tenemos por los caprichosos intereses que abundan en la política y en los políticos que nos representan.Por hoy es todo, medite lo que le platico, estimado lector, esperando que el de hoy sea un hermoso inicio de semana, por favor cuídese y ame a los suyos; me despido honrando la memoria de mi querido hermano Joel Sampayo Climaco con sus palabras: “Tengan la bondad de ser felices”. Nos leemos aquí el próximo lunes.

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