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Opinión

La sombra de la inseguridad en San Pedro

En visión de un millennial

San Pedro Garza García, municipio cuyo prestigio de ser el más seguro de la nación resonó durante años, ha vivido un amargo despertar. Esta semana, la distinción se vio eclipsada por un reciente informe del Inegi, que colocó a San Pedro en el tercer lugar en percepción de seguridad, siendo desplazado por Benito Juárez, una alcaldía de la CDMX, y Piedras Negras, en Coahuila. Este desliz, más que una sorpresa, es la confirmación palpable de una gestión deficiente por parte del Alcalde Miguel Treviño.

Para contextualizar, es importante señalar que San Pedro no sólo es reconocido por ser uno de los municipios con el PIB más alto de América Latina, sino que, durante mucho tiempo, representó una burbuja de tranquilidad en un país con retos significativos en materia de seguridad. En ese sentido, la reciente caída del 13.2% al 20.8% en la percepción de seguridad, en tan sólo tres meses, es una llamada de atención alarmante. Esto no solamente denota una problemática creciente, sino que, lamentablemente, proyecta la imagen de una administración municipal pasiva e ineficaz ante el reto de mantener la seguridad en sus calles.

Más allá de las cifras, la realidad en San Pedro ha sido sombría. Septiembre, por ejemplo, vio una serie de incidentes violentos que sin duda influyeron en esta percepción negativa: el asesinato de un conductor en la colonia del Valle, una balacera en Valle de San Ángel y un violento ataque en el Casco de San Pedro. Estos eventos no sólo han generado temor entre los ciudadanos, sino que también han dejado en claro la insuficiencia de las medidas de seguridad implementadas por el gobierno local.

Si bien el alcalde Miguel Treviño ha reconocido este descenso en la percepción de seguridad, sus palabras parecen insuficientes. Las acciones, o la falta de ellas, hablan más fuerte que cualquier declaración. La especulación de que Treviño ha descuidado la seguridad por estar más enfocado en sus propias aspiraciones políticas para 2024, aunque ya ha renunciado a ellas, resuena entre los habitantes preocupados y descontentos.

San Pedro necesita un liderazgo comprometido, estratégico y proactivo para recuperar su estatus y garantizar la tranquilidad de sus habitantes. Los sampetrinos merecen y esperan vivir en un ambiente de total seguridad y confianza. Las expectativas son altas, y justificadamente, dada la historia y reputación del municipio. 

La gestión de cualquier gobierno local no se debe medir únicamente por sus logros, sino también por su capacidad de respuesta ante adversidades y desafíos. La percepción de seguridad es precisamente eso: una percepción. Y aunque puede parecer intangible, tiene un impacto real y directo en la calidad de vida de las personas. Afecta la confianza en las instituciones, la inversión, el desarrollo económico y, lo más importante, el bienestar emocional y físico de cada ciudadano.

Las declaraciones del alcalde Treviño, al afirmar que los ciudadanos reconocen a la Policía de San Pedro como la más confiable y eficaz de México, demuestran cierta desconexión con la realidad que enfrentan sus ciudadanos día a día. Aunque la confianza en la fuerza policial es un pilar fundamental, no es el único indicador de una gestión eficaz en materia de seguridad. 

Las autoridades deben trabajar de manera integral, no solamente reforzando la seguridad en términos cuantitativos, sino también cualitativos, buscando la raíz de los problemas y estableciendo programas preventivos, de rehabilitación y de integración comunitaria. La seguridad no es sólo patrullajes y arrestos; es, en gran medida, prevención y cohesión social.
Ahora que la dura realidad les ha pegado en sus caras a los sampetrinos, porque no es fácil haber dejado de ser el municipio más seguro, es muy probable que la sociedad vuelva a ver con buenos ojos al partido que por décadas mantuvo no nada más una buena percepción de seguridad si no que realmente sí la brindaba.

El próximo año serán las elecciones, es un buen tramo de tiempo para que la sociedad de San Pedro pueda recapacitar y entender que se necesitan verdaderos políticos para administrar un municipio tan importante, y dejarse de romantizar a esos personajes que se daban baños de pureza de no pertenecer a un partido y que resultaron en un gran desacierto. 

Este es un momento sumamente importante, de demostrar que San Pedro no solamente puede recuperar su estatus como el municipio más seguro, sino también redefinir y elevar ese estándar para el bienestar de todos sus habitantes. Es una tarea que exige un liderazgo fuerte, una visión clara y un compromiso inquebrantable con el bienestar de su gente. Ya veremos quién está a la altura de dicho desafío.

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