Es muy lamentable ver cómo el comportamiento de los fenómenos meteorológicos o hidrometeorológicos está cada día más presente y con consecuencias más severas. La naturaleza nos recuerda que está viva y que el cambio climático es real.
Desafortunadamente, existen personas que han llegado al poder cargadas de negativos. Me estoy refiriendo a Rocío Nahle García, gobernadora de Veracruz. Ella va minimizando cualquier hecho que ocurre en su estado, como el infarto de la maestra que fue víctima de tortura por un grupo de delincuentes. Ahora, según el dicho de la misma mujer, “se salió un poco de agua del río”, cuando hay comunidades bajo el agua, sin mencionar las casas, empresas, vías de comunicación y, en general, la infraestructura que está hecha para satisfacer las necesidades de su población.
Además de la terrible negligencia de no alertar a los ciudadanos y pobladores de que existía una amenaza real —y que el fenómeno estaba presente, con previsiones de que sería intenso—, el gobierno de Nahle no cuidó de su gente, no avisó, no tiene vigentes las coberturas de seguros y realiza la peor gestión de la tragedia. No cuenta con los medios para la atención inmediata de las víctimas. Hay muchas personas desaparecidas y también fallecidas. Eso, en cuanto a pérdidas humanas; pero también hay una enorme cantidad de daños materiales que no se ve cómo podrían atenderlos en el corto plazo.
Nos llegó información de que incluso se negaba a recibir ayuda, que en realidad no es para ella, sino para la población afectada. Otros organismos alertando sobre la desconfianza que genera el uso de la ayuda con fines políticos, a pesar de la advertencia de la presidentA Sheinbaum de que no se debe obtener “raja política” con las ayudas.
La mala —o pésima— actuación de la gobernadora fue constatada por la mandataria federal, quien desde una camioneta militar trataba de hablar con pobladores afectados. En el video, clarito se escucha el repudio contra la gobernadora Nahle. Se nota que la titular del Ejecutivo Federal no requirió hacerse acompañar de la nefasta gobernadora, quien no suma y, al contrario, resulta una carga muy negativa en la gestión de esta crisis derivada de la emergencia por el fenómeno. Como ya se dijo líneas arriba, Nahle no previó, no avisó y no atiende en forma correcta.
En su visita, la doctora Presidenta no fue apoyada con la logística necesaria para poder estar cerca de los damnificados. El tener que pedir silencio fue algo muy criticado, y cada quien lo interpreta a su conveniencia. Lo cierto es que, por falta de una avanzada que explicara a la población que venía pronto la titular y que podrían expresarse en orden y presentarle sus peticiones de ayuda. Esta vez también fallaron los militares que le acompañaban, pues ni el equipo de sonido funcionó. Ahora sí que el Estado Mayor Presidencial —que dicen que ya no existe, pero que sabemos que aún cumple funciones—no se notó. Y, al contrario, la manera en que se presentó ante las personas afectadas dejó mucho que desear. No se podía esperar nada bueno y tampoco cuidaron que la Presidenta pudiera interactuar y acompañar a los vecinos, ver sus necesidades y, desde el mismo lugar de los hechos, dar las órdenes para aplicar el Plan DN-III en apoyo inmediato a la población civil.
Esto contrasta con los videos que circulan en redes, donde supuestos integrantes de organizaciones delictivas hacen chamba del gobierno al entregar ayudas con la identificación de su cártel.
Por último, si tu estado, en su territorio, abraza el Golfo de México —o de América, como dice Trump—, y hay temporada de huracanes, lo más probable es que alguno de ellos pegue a tu tierra y a su gente. No puedes hacerte ajeno a estos eventos; debes estar lo más preparado y atento posible para tratar de disminuir las afectaciones de este tipo de hechos.
Amigos veracruzanos y ciudadanos de toda la República, se dice: hay que poner atención a dónde ponemos la “X” en las boletas electorales, porque luego hay que cargarla.
Mi solidaridad con los hermanos mexicanos afectados por la naturaleza, desatendida por la negligente —en grado criminal— de esa gobernadora veracruzana.
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