2025 fue el año en que los metales dejaron de ser un capítulo “defensivo” del portafolio para convertirse en protagonistas. El dato duro lo confirma: oro +69%, plata +140%, platino +133%, cobre +36% y aluminio +14% en el año.
1) Oro: refugio monetario en un mundo de deuda y fricción
El oro rompió máximos históricos, sostenido por una mezcla que el mercado entiende perfecto: incertidumbre geopolítica, debilitamiento del dólar en fases clave y búsqueda de protección real frente a una inflación “pegajosa” en servicios. En 2025 se volvió la póliza de seguro del patrimonio: no “paga cupón”, pero paga tranquilidad cuando el escenario se vuelve binario.
2) Plata: doble motor (refugio + industria)
La plata no solo acompañó: lideró. En diciembre alcanzó precios récordm, cerca de US$78/oz y el rally se explicó por un choque potente: demanda de inversión + consumo industrial (electrónica, solar), con oferta limitada. Cuando la aversión al riesgo sube, la plata se comporta como “oro joven”; cuando la economía electrifica todo, se comporta como metal estratégico.
3) Platino: el regreso del “barato” que estaba mal valuado
El platino vivió un repricing: inventarios ajustados, déficits y demanda industrial lo impulsaron por encima de niveles que no veía desde hace años, sumándose al paquete de metales refugio con componente productivo.
4) Cobre y aluminio: refugio… pero del futuro
Aquí el refugio no es “miedo”; es infraestructura. El cobre superó US$12,000/ton por escasez y riesgos comerciales; es el termómetro de redes eléctricas, data centers, vehículos y construcción.
El aluminio, por su parte, se mantuvo firme cerca de máximos de varios años por restricciones de oferta y demanda de manufactura/energía, reforzando su papel en la transición energética y la movilidad.
Cómo usarlo en un portafolio patrimonial diversificado
• Núcleo defensivo: oro (estabilidad) + plata (volatilidad con upside).
• Cobertura de ciclo tecnológico/industrial: cobre + aluminio.
• Apuesta táctica/escasez: platino (cuando el mercado reconoce el déficit).
Reflexión final: en 2025 los metales recordaron una verdad incómoda: el verdadero refugio no es esconderse del riesgo, sino poseer activos que el mundo necesita incluso cuando cambia el guion. Cuando la confianza se fractura, brilla el oro; cuando el futuro se construye, mandan el cobre y el aluminio. Y el patrimonio, como el ajedrez, se protege mejor no adivinando la próxima jugada… sino colocando piezas que sobreviven a cualquier tablero.
