Opinión

¿Mi Amor?

Sección Editorial

  • Por: Francisco Gómez Hinojosa
  • 05 Abril 2023, 20:00

1. Un médico geriatra, respetado entre sus colegas, ya octogenario y muy delicado en su trato, acaba de ser denunciado por una de sus pacientes. ¿La acusación? En las consultas la ha llamado “m’hija”. Ella se ha sentido incómoda con el apelativo. Un joven ejecutivo recién llegado a la ciudad es muy simpático y juguetón. Sin embargo, no es bien visto por sus colegas mujeres, y lo han reportado a Recursos Humanos. ¿El problema? Cada vez que las llama les endilga un “muñeca” que, lejos de elevar en ellas su autoestima, les molesta sobremanera.2. Un cura, muy entusiasta y cálido, fue recriminado por la mamá de una adolescente, del grupo juvenil parroquial, a la que se dirige -como a todas las damas sin importar su edad- con la expresión “reina”. El médico referido fue exonerado por el comité ético del hospital en que trabaja, por su trayectoria siempre respetuosa hacia sus pacientes. El empleado millennial fue advertido que, de seguir con ese comportamiento, sería despedido. Al padrecito se le exigió evitar ese lenguaje y disculparse con sus fieles. De no hacerlo, caería sobre él la suspensión de su ministerio.3. Y es que la comunidad feminista, compuesta por diferentes grupos con las más diversas ideologías, se ha unido en la lucha contra lo que llaman el lenguaje sexista, aquel que reproduce o fomenta la discriminación de las mujeres, utilizando palabras cariñosas y en apariencia inocentes, como las mencionadas. Por más delicada que sea la expresión, esconde una minusvaloración de la mujer, encasillándola en modismos lingüísticos que de una manera u otra la presentan como inferior, y le restan posibilidades de desarrollo profesional y humano.4. Podremos estar de acuerdo o no con esta tesis. Hay quien la podrá considerar exagerada y hasta limitante para que los caballeros sean gentiles con las damas. Pero también hay quien recibe la propuesta con humor. Conozco señoras ya rondando el sexto piso de edad a quienes les encantaría recibir un piropo, de quien fuera, pues su esposo hace años que no les dedican uno. Queda claro que el texto de lo dicho o escrito necesita ubicarse en su contexto. En los ejemplos mencionados arriba los involucrados son inocentes gracias a su trayectoria y buenas intenciones.5. Pero, el pasado sábado, el presidente de la república le dijo a la activista Cony Gutiérrez “mi amor” y le palmeó la mejilla, palabras y gesto que acompañaban su sospecha de que las denuncias vertidas sobre la situación de los migrantes, por la activista de Cd. Juárez, estaban orquestadas por la panista gobernadora de Chihuahua, Maru Campus. Además de desvirtuar una legítima protesta -como lo hace muy seguido con sus críticos-, con el argumento clásico de la manipulación: ¿cae AMLO en el lenguaje sexista que hemos mencionado?6. Obvio. Pero analicemos el contexto: ¿su trayectoria lo define como alguien partidario de las causas feministas, respetuoso no sólo de las mujeres sino de quienes se manifiestan en contra de sus políticas, mesurado en sus juicios, capaz de escuchar opiniones divergentes, y con una serenidad que va acorde a su edad? Si nos detenemos en alguna de las Mañaneras veremos, por el contrario, a un personaje belicoso, más dado a la ironía que a la transparencia, y a quien cualquier tribunal feminista lo condenaría por utilizar ese lenguaje sexista. Pero nadie lo hará.7. Cierre icónico. Y hablando del amor. Hoy, Jueves Santo, se conmemora un hecho que no sólo fue simbólico, sino paradigmático: Jesús lavando los pies de sus discípulos, como una muestra del amor caracterizado por el servicio. No fue un acto aislado, pues se caracterizó precisamente por servir, por curar heridas, por predicar una Buena Nueva, al grado de dar su propia vida. Él sí nos podría decir, con toda autoridad moral, “mi amor”, y nadie se atrevería a protestar por ello.

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