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Opinión

‘Modernizar’ ciudades pero… ¿A qué costo?

En visión de un millennial

Modernizar las ciudades y mejorar entornos es vital para impulsar el crecimiento y ofrecer una vida más cómoda y segura a los habitantes. Sin embargo, esta modernización debe ser medida y reflexiva. Un caso claro de medidas erróneas es el que han llevado a cabo el Municipio de San Pedro y el Municipio de Monterrey con la ampliación de banquetas.

San Pedro, con sus peculiaridades, es un municipio pequeño en el que las vialidades ya se encuentran al borde del colapso. En este contexto, la decisión de ampliar las banquetas en Centrito Valle parece ser una solución en busca de un problema. La realidad es que San Pedro no es una zona de alto tráfico peatonal, por lo que esta medida sólo sirve para generar más desorden y complicaciones a los automovilistas.

Por otro lado, el caso de Monterrey es aún más desconcertante. En calles como Ocampo y Madero, que son arterias vitales para el tráfico vehicular, se han tomado decisiones similares. ¿Con qué propósito? Si bien es vital fomentar el uso peatonal y el desplazamiento en bicicleta, no debe hacerse a expensas de generar un caos vehicular, mucho menos en zonas donde no se necesita. 

Los cambios urbanísticos deben beneficiar a todos: peatones, ciclistas y automovilistas. La modernización es esencial, pero debe hacerse con sensatez, equilibrio y perspectiva. En lugar de impulsar proyectos sin sentido, es imperativo que las autoridades reconsideren y presenten soluciones verdaderamente efectivas para mejorar la vialidad y la calidad de vida de todos los ciudadanos.

El problema central recae en la falta de una visión integral y un análisis profundo antes de ejecutar proyectos urbanísticos. Parecería que las decisiones tomadas son reactivas y no proactivas. Los municipios deberían, antes de llevar a cabo cualquier cambio, analizar los flujos de tráfico, tanto peatonal como vehicular, para determinar qué intervenciones son realmente necesarias y cuáles podrían generar más problemas de los que resuelven.

Además… ¿Dónde está la participación ciudadana en estas decisiones? Los habitantes de una ciudad son los que mejor conocen sus necesidades y problemas. Un modelo de urbanismo participativo podría arrojar soluciones más acertadas y en sintonía con las necesidades reales de la población.

No se trata de detener la modernización ni de regresar a esquemas obsoletos, sino de avanzar principalmente con inteligencia y sentido común. En lugar de tomar decisiones unilaterales que afectan a millones, los municipios podrían colaborar y diseñar un plan maestro que contemple las necesidades de todos los actores involucrados.

Es urgente que los gobiernos de San Pedro y Monterrey reevalúen las medidas tomadas y estén dispuestos a rectificar si es necesario. La movilidad y la calidad de vida de sus habitantes están en juego. Es hora de actuar con responsabilidad, visionar a futuro y, sobre todo, escuchar a la ciudadanía.

Es vital reconocer una diferencia sustancial entre Monterrey y la Ciudad de México. Aunque ambas son metrópolis importantes en el país, sus dinámicas y formas de movilidad son muy distintas. La Ciudad de México, a pesar de sus complicaciones viales, ha desarrollado un sistema de transporte público extenso y relativamente eficiente, que abarca desde Metro y Metrobús hasta trolebuses y trenes ligeros.

Monterrey y San Pedro, por otro lado, se han consolidado como ciudades donde el vehículo particular es el medio de transporte predominante. La razón es clara: el transporte público deja mucho que desear. Las unidades son, en muchos casos, antiguas, poco seguras y con rutas insuficientes para cubrir las necesidades de la población. A esto se le suma la falta de infraestructura adecuada, lo que genera que los traslados en camión o Metro sean lentos e ineficientes.

Dada esta realidad, es lógico que muchos opten por el vehículo particular como su principal medio de transporte. Por ello, las decisiones urbanísticas que obstruyen aún más las vialidades resultan contraproducentes.

Si los municipios desean promover la movilidad peatonal o ciclista, primero deben asegurarse de que exista una alternativa viable al vehículo particular. Esto implica invertir en un transporte público moderno, eficiente y que realmente atienda las necesidades de la población.

La modernización de una ciudad no sólo debe centrarse en su aspecto físico, sino también en cómo se mueven y viven sus habitantes. Es imprescindible tener una visión holística e integradora que tome en cuenta todas las particularidades y necesidades de la ciudadanía. Los errores de las administraciones de San Pedro y Monterrey están provocando un caos en la vialidad, además de que generar interminables dolores de cabeza en la ciudadanía, eso es un hecho.

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