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Opinión

Noviembre caliente

El sentir de Hoy

En este mes la cosa pinta difícil y caliente para casi todos los temas en los que la sociedad se preocupa.

Las amenazas a la cordialidad social deseada no terminan de caer, mientras que los agoreros del desastre se regodean siendo portadores de las malas noticias.

Es verdad que el clima social se parece un poco al clima natural, que nos ha traído un destructivo huracán a Guerrero en pleno otoño y las reflexiones del cambio climático emergen para anunciar nuevas catástrofes como terremotos, sequías e inundaciones, aunadas a la contaminación por el siempre creciente consumo de hidrocarburos.

Repasemos los escenarios calientes de lo social y lo político que rondan el mes de noviembre. La guerra entre Hamás y el casi cincuentenario Estado de Israel mantendrá las hostilidades y destrozará la vida y entorno de centenares de miles de personas. Todo apunta a que Irán se sumará a la guerra y recrudecerá la violencia que nunca deja esa región del mundo.

Si se suma Irán, probablemente a otros países de la región se les vendrá la idea de que deben unirse a estas guerras que mucho tienen de religiosas y poco de justicieras, pues la justicia no le llega a ninguna de las personas que habitan esos países y, por el contrario, se incrementan los riesgos de que una bomba o un disparo de otra arma acaben con su vida o la de un familiar.

Ante tantos afectados, hay una contrastante actitud de otros miles de seres humanos que se preocupan por lo que les pasa a los que no participan de la guerra, pero que sí son afectados por ésta y que quieren ayudar a los que se quedan sin trabajo, ingreso, comida, casa y familia.

Aunque dicen que hasta en la guerra hay códigos de honor que deben respetarse, no siempre ocurre que les permitan entregar alimentos y enseres.

Es el rencor, la venganza y las ganas de dañar al otro lo que sostiene ese clima caliente en Medio Oriente. Son cientos de años de guerras psicológicas y afectaciones entre grupos, son las creencias religiosas y el odio a las religiones de los otros las que perduran por generaciones.

En Argentina, por su parte, se aproximan las elecciones en las que un disruptivo candidato Javier Milei se convierte en retador y se autoproclama León y es una amenaza para la continuidad del populismo en ese país.

Aunque la campaña y discurso de Milei parecen más anarquistas que constructivos, no es raro ver que, al autonombrarse León, se erige como un símbolo de poder y de fuerza, una dominancia sobre las demás criaturas. Ese es el resultado que obtendrán en Argentina si lo eligen a él, pues el extremismo parece ser su mayor cualidad y las instituciones no son admiradas ni respetadas por él.

Pero, bueno, y si eligen la continuidad, las cosas no parecen tener una mejor perspectiva. El pronóstico entonces es que las disputas se van a calentar más y van a arrojar resultados más allá del proceso electoral, lastimando la débil cohesión social para acentuar las diferencias de opinión. Nada nuevo para Argentina en mas 50 años.

La tensión se siente en el ambiente. Aficionados a los equipos deportivos de diferentes regiones del mundo se pelean porque…, pues porque sí, no tienen razones, sino problemas personales que manifiestan agrediendo al otro, agrediendo al diferente.

Acaba de pasar la disputa deportiva de la copa Libertadores de América y un aficionado del Boca Juniors de Argentina se suicidó porque su equipo favorito perdió un juego de campeonato ante el Fluminense de Brasil. ¿De verdad vale la pena el extremismo? Su equipo le ganó a muchos y es subcampeón, pero cada quien ve lo que quiere ver.

El difunto era policía en Buenos Aires y días antes de su muerte autoinfligida había comentado a su familia que si el Boca perdía se quitaría la vida. Nadie lo tomó en serio. ¿Y será que el equipo de sus amores es el culpable de la pérdida de su vida? No, claro que no.

El ambiente se calienta por cualquier razón o sensación a la que le hagamos caso. Puede ser la disputa entre familiares por una herencia, la envidia por el éxito del vecino o compañero de trabajo, la linda pareja de algún famoso, el cerrón que nos propina el automóvil de un desconocido, la basura que tira el peatón que va adelante de nosotros o la más leve de las afectaciones a nuestros deseos.

Si noviembre está caliente, no es por noviembre, es porque los que habitamos este planeta estamos un tanto desequilibrados en nuestras emociones y la hacemos de bronca a todos por todo, por lo que sea, sin siquiera echar un vistazo a la parte linda de nuestra vida actual o venidera. Lo que aprendamos de nuestros incidentes personales de cada día si son responsabilidad única de nosotros, tuya y mía, sólo tenemos que tener el valor de aquilatarlos.

Hazte esta pregunta ¿Yo valoro todo lo bueno que hay en mi vida? En la respuesta tendrás algo más que motivos de celebración.

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