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Opinión

Otra vez los pluris

Punto de inflexión

Con la propuesta de reformas legislativas, algunas de ellas constitucionales, que el presidente de la República envió al Congreso vuelve a resurgir la discusión añeja sobre la conveniencia de eliminar o no los legisladores de representación proporcional. Creo que es un tema muy serio y justificar su anulación con razonamientos económicos y de austeridad me parece pueril.
 
Quizá debamos hacer un poco de historia. Hasta antes de 1977 no existían los legisladores de representación proporcional. El partido hegemónico ganaba todo, lo que anulaba la independencia del Poder Legislativo y lo convertía en un apéndice del Ejecutivo.
 
Varias son las razones que dieron origen a su instalación, algunas de ellas están vigentes más que nunca. Mencionaré solo tres:
 
La primera es de índole técnico y de eficiencia. Existen figuras valiosas por su experiencia, estudios y capacidad que sin duda aportan a elevar el nivel del debate y a encontrar soluciones legislativas viables y eficaces, pero que difícilmente ganarían una elección de mayoría. Inteligencia no es sinónimo de carisma y la preparación exige alejarse de los reflectores.
 
La segunda es por razones de política y gobernabilidad. Si bien es cierto que ahora la competencia electoral es real, algunas fuerzas políticas representan pequeños pero uniformes sectores de la sociedad que en el agregado suman millones. Muy pocas son las probabilidades de que obtengan un escaño, y si se les elimina esa forma institucional de expresión, encontrarán otras menos ortodoxas para manifestarse.
 
La tercera, y más importante, es por causas de equidad y representatividad. Trastocar la Constitución tiene consecuencias importantes en nuestra forma de vida, por lo que las mayorías calificadas deben de contener el consenso de dos o más fuerzas políticas. Los plurinominales llevan la representación de una parte del sentir ciudadano y evitan la sobrerrepresentación de una sola fuerza.
 
En el caso del Senado, aunque aplican las tres razones anteriores, su circunstancia es diferente. La misma existencia de senadores plurinominales atenta contra el espíritu original de esa Asamblea legislativa: la representación igualitaria de las entidades federativas. Además, su forma de elección es garante de pluralidad y evita la sobrerrepresentación, ya que quien encabeza la fórmula que quede en segundo lugar tiene la curul asegurada como primera minoría.
 
En conclusión, en el Senado los pluris pueden ser prescindibles. En la Cámara de Diputados, no. Ahora más que nunca requerimos fortalecer nuestra democracia.

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