Ovidio, Biden, Trudeau, la cumbre y AMLO

Desde antes de iniciar el sexenio, López Obrador había dejado clara su idea de gobernar: como el asunto no tiene mayor ciencia –según sus propias palabras–, basta contar con una colección de frases más o menos pegadoras para ir saliendo al paso a los desafíos del día a día y mantener aplaudiendo a la tropa de acóli-tos. La fórmula aplica igual para la seguridad (“abrazos, no balazos”); la salud (“no mentir, no robar y no traicionar ayuda mucho para que no te dé el coronavi-rus”); la lucha contra la corrupción (“lo de mi hermano son aportaciones”) o las relaciones internacionales (“la mejor política exterior es la interior”).No se requieren conocimientos amplios, análisis profundos o asesoría especializada… porque además nadie –en el coro de aplaudidores, desde luego– está exigiendo eso, justo porque se encuentran en la misma orfandad intelectual de su líder.Así llegamos a la cumbre trilateral de hoy entre López Obrador y sus homólogos Joe Biden y Justin Trudeau. Un encuentro para cuya realización México ha debido asumir el papel de bufón y pagar un importante costo, incluso antes de arribar al país los invitados principales.Todavía no ponía un pie en la escalerilla del Air Force One y Biden ya estaba recibiendo tributo por parte de López Obrador. El arresto de Ovidio Guzmán López, primero, y la concesión de recibir a los migrantes expulsados del vecino país, después, fueron las dos victorias tempranas de la Casa Blanca.Nadie –fuera del coro descerebrado en cuya sandez descansa la popularidad del hijo pródigo de Macuspana– se cree el cuento de la “decisión soberana y libre” del gobierno mexicano para aprehender al hijo del “Chapo” Guzmán.La sospecha generalizada –sobre la cual sí existen múltiples evidencias– es, por el contrario, más probable como explicación: se ejecutó el arresto como intento para distender el ánimo de la cumbre y tratar de llevarla al terreno de la verborrea, único en el cual López Obrador es capaz de defenderse.Porque los mandatarios de Estados Unidos y Canadá sí acuden con una agenda muy clara bajo el brazo: el primero a obtener compromisos concretos en mate-ria de combate a las drogas y la inmigración ilegal; el segundo a poner los puntos sobre las íes en el terreno de las inversiones de sus compatriotas en la genera-ción de electricidad en nuestro país.Ignorante en grado sumo de la forma en la cual se construyen acuerdos de carácter multilateral, López Obrador anunció la intención de llevar el encuentro al irrisorio terreno de la creación de una zona económica común –al estilo de la europea– en el continente americano y el establecimiento de compromisos de “no intervención” por parte del imperio. Las bobadas de siempre.Por ello –porque no entiende nada– se vio obligado a rendir tributo antes del aterrizaje de Biden en Santa Lucía y de colocar a nuestro país, una vez más, en el territorio del ridículo en materia de política exterior.¿Cuáles serán los beneficios obtenidos por México al término de la cumbre trilateral? El mayor de todos, según parece, ya ocurrió: tener la oportunidad de “explicarle” a Joe Biden, de forma personal y detallada, la razón por la cual se le pidió aterrizar en Santa Lucía, así como las razones por las cuales se construyó dicho aeropuerto.Porque, como la mejor política exterior es la interior… lo importante es no darle a los “adversarios” oportunidad para consolidar sus críticas a la inoperancia del Felipe Ángeles, ¡pues hasta los presidentes de Estados Unidos y Canadá aterrizaron ahí! Aunque hayamos debido rogar para ello.Pero la oportunidad de desviar la atención con la cumbre se acaba mañana y entonces habremos de volver a la realidad cruda, la cual muestra, sobre todo, un pendiente cuya definición no puede esperar demasiado: el destino del célebre nuevo inquilino del Penal Federal del Altiplano.¿Se va a mantener en prisión a Ovidio o se le extraditará, ahora sí, apresuradamente para deshacerse de la papa caliente y evitar un nuevo chantaje a la autori-dad? No tardaremos en saberlo.@sibaja3