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Opinión

Parquímetros ‘inteligentes’: una estafa en Saltillo

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“No hay problema con pagar por el estacionamiento… ¡pero que lo hagan fácil!”. La frase la he escuchado decenas de veces en las últimas semanas y me la han dicho casi todas las personas con quienes he conversado del tema y han utilizado el servicio de “parquímetros inteligentes” instalado en el Centro Histórico de Saltillo. Y si usted visita la capital de Coahuila por estos días y se ve obligado a estacionar en la calle, seguramente se unirá al coro.

Los señalamientos formulados por los usuarios en torno al servicio prestado por las empresas Soluciones Tecnológicas Municipales LATAM, S de RL de CV (SOLMUNI) y JAJOMAR SA de CV pueden agruparse en dos categorías: las forma en la cual ha sido físicamente desplegado el servicio en las calles de la ciudad y la tecnología (si acaso puede llamársele así) con la cual se dotó al sistema de cobro.

Ambas categorías se encuentran caracterizadas por exactamente la misma circunstancia: es evidente cómo se realizó el máximo esfuerzo por erogar la menor cantidad posible en la instrumentación del proyecto. Vayamos a cada una de las categorías para precisar:

En el caso del despliegue físico, casi cualquier conductor llega de inmediato a la misma conclusión cuando estaciona su vehículo en la zona de parquímetros “inteligentes”: no es evidente la existencia de un sistema de pago para acceder al derecho de aparcar en la calle.

Y esto es así porque se colocó el menor número posible, tanto de señalamientos como de máquinas para pagar. Incluso si usted llega a ver uno de los letreros mediante los cuales se anuncia la zona de parquímetros –consistentes en una letra “E”, acompañada de un círculo dentro del cual se encuentra un signo de pesos– muy probablemente no logrará saber –al menos no fácilmente– dónde puede pagar.

En cualquier ciudad del mundo en la cual se haya colocado un sistema similar, la obligación de cubrir una cuota por el uso de la calle no solamente es evidente sino también la presencia de las máquinas para pagar… ¡porque en algunos lugares existe hasta una por cada cuatro cajones!

Vayamos ahora a las máquinas, donde el asunto no hace sino empeorar, porque los concesionarios del servicio parecen haber acudido a un bazar de antigüedades para adquirir los dispositivos para el pago de la cuota correspondiente.

Las antiguallas colocadas en el Centro Histórico de Saltillo no aceptan billetes para el pago del servicio, tampoco admiten la liquidación de éste mediante medios electrónicos –tarjetas de crédito, débito, el sistema CoDi u otro– y, para cerrar con broche de oro… ¡no dan cambio!

—Pero sí se puede pagar con medios electrónicos —replicará algún defensor de oficio cuya presencia nunca se hace esperar cuando de quedar bien se trata—: para eso hay una app…

Y sí: existe una app… ¡igualmente antediluviana en su estructura y funcionamiento! La burocracia digital con la cual debe lidiar el usuario para, luego de múltiples etapas, acceder a la posibilidad de pagar el servicio, haría desistir hasta al mismísimo Job.

No sólo eso: de acuerdo con múltiples denuncias existentes en redes sociales, la empresa Jajomar, propietaria de la app, esconde en los términos y condiciones –de aceptación obligatoria–, un presunto “programa de lealtad” al cual te suscriben sin pedirte permiso para birlarte entre $90 y $150 pesos al mes.

La conclusión no puede ser otra: el servicio de parquímetros del Centro Histórico de Saltillo no solamente no es “inteligente”, sino constituye una auténtica estafa para los contribuyentes y para los usuarios del servicio.
 
Aristas

Frente a la chafísima “solución” instrumentada resulta obligado cuestionar: ¿quién o quiénes, dentro de la administración municipal de Saltillo, definieron las bases de licitación a partir de las cuales diseñaron sus propuestas quienes concursaron en la licitación? ¿Quién o quiénes negociaron con los concesionarios finales los detalles técnicos y operativos del proyecto? Porque habríamos de exigirle cuentas a esas personas…

Seguiremos en el tema.

@sibaja3

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