La Inteligencia Artificial está aquí y no es una moda. Es la revolución tecnológica que está cambiando la faz de la Tierra, como lo hizo la electricidad del siglo XIX. Y México pudiera cometer un error, el mismo que cometió con la maquila tradicional: producir materia prima barata (datos) mientras otros se quedan con el diseño, la marca y el valor.
En 2025, el mercado mexicano de IA ronda los $2,000 millones de dólares y puede llegar a $12,000 millones en 2030 si todo sale bien. Hay 650 startups, 35,000 especialistas y tres regiones cloud privadas (AWS, Microsoft, Google). La presidenta Sheinbaum ha sido pragmática: diálogo constante, Centro Público de Formación en IA con 25,000 alumnos anuales y el foro México IA+ con Nvidia y Google en el escenario.
México y España han firmado un convenio de colaboración en supercomputación e inteligencia artificial, lo que permitirá a científicos mexicanos acceder temporalmente a la supercomputadora MareNostrum en Barcelona, con miras a construir una propia que se anuncia como la más grande de América Latina.
El objetivo del convenio es fortalecer la investigación científica y tecnológica en México mediante el acceso a capacidades de cómputo de alto rendimiento. El enfoque es hacer la función de gobierno más eficaz insertando al SAT, Aduanas y a las secretarías de Agricultura y Salud en modelos de eficiencia fiscal y seguridad digital.
Tal acceso debe llevar a México a desarrollar su propia inteligencia artificial y crear programas de entrenamiento de modelos IA para llegar a la creación de un Centro Mexicano de Supercómputo.
Grandes pasos frente a una realidad tecnológica que cada día está presente en la vida de todas y todos.
Pero falta lo decisivo: una Ley Federal de IA y un fondo soberano de escala real.
Sin ellos, antes de septiembre de 2026, México se podría convertir en una “Maquiladora digital” del siglo XXI: millones de jóvenes etiquetando imágenes y texto con valor de $3 a $5 USD la hora para que OpenAI, Google y Meta entrenen sus modelos, mientras el valor (billones) se queda en California o Shenzhen.
Más complicado aún, la brecha de productividad con EUA pasará de 4:1 a 8:1 —¡o más! — en una década, y la IA agrandará la desigualdad interna en lugar de reducirla.
El Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial 2025 (ILIA/CEPAL/CENIA) confirma lo complicado de la situación: México cayó del 6° al 8° lugar en la región. Chile lidera con ley y regulación ética; Brasil domina el cómputo regional con fondo BNDES de 20,000 millones de reales; Uruguay tiene un estrategia vinculante. México sigue en un modelo de país “adoptante medio”, con 49.8 puntos en ese índice sectorial.
Si bien ha hecho la presidenta Sheinbaum, el verdadero poder en el tema no reside en Palacio Nacional. Está en San Lázaro y en el Senado, entre 2024 y 2027. La coalición oficialista (Morena-PT-PVEM) conserva mayoría calificada (334/500 diputados) y absoluta en el Senado (85/128). En teoría, puede aprobar cualquier cosa sin oposición. En la práctica, el futuro de la IA lo decide un bloque interno de diputados y senadores “pro-IA” (principalmente de Nuevo León, Jalisco, Querétaro, Baja California y CDMX). Son los que ya lograron presupuesto para el Centro Público de Formación y otros eventos relativos a la IA.
Hay dos iniciativas vivas: la oficial (más reguladora, inspirada en el AI Act europeo) y la opositora (más liberal, con sandbox tryouts y fondo semilla). El riesgo no está en la oposición, pues en una evaluación general tiene una posición débil. El riesgo mayor sería que, dentro de Morena, el ala dura vea la IA como “nuevo colonialismo digital” y la frene.
Con una Ley marco, un fondo de entre $10,000 a $15,000 MDD y una formación masiva antes de 2027, México puede:
• Crear 1 millón de empleos calificados directos (McKinsey 2025*).
• Aumentar su productividad en un 30 a 40% en manufactura, salud y agricultura.
• Ser el hub de IA en español y puente entre EUA y Latam.
• Romper la trampa de ingreso medio por primera vez desde que lo hizo Corea del Sur allá por el siglo pasado.
• Crear nuevos conceptos y corredores IA en México en zonas no tradicionales (Ciudades Verdes IA que no se ubiquen en centros urbanos consolidados).
Sin eso, seremos solo un almacén de datos: el valor se va, la desigualdad crece y la brecha se amplía.
Los actores políticos de México, como gobernadores, diputados federales y senadores, sin duda jugarán un papel crítico en la definición de este futuro inevitable. O adoptamos y hacemos nuestra la realidad de la IA, o veremos cómo países del sureste asiático y otros en América Latina nos dejan atrás.
El sector privado no puede esperar más. Empresas (Yalo, Bitso, Clip), fondos (ALLVP, DILA, SoftBank Latam) y universidades (ITESM, UNAM, IPN) deben invertir ya de $3 a $5 MDD (según estimaciones generales) en cabildeo coordinado para impulsar la ley y el fondo en el Paquete Económico 2027. El bloque “pro-IA” interno existe, solo falta activarlo.
El proceso electoral del 2027 en México será clave, tanto por el cambio de gobierno estatal en 17 estados de la república, como por sus respectivos diputados federales y senadores correspondientes.
En esa elección podría determinarse si México elige ser dueño de su futuro digital o el maquilador de datos del siglo XXI.
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Mtro. Roberto Garza Leonard.
Monterrey, N. L., a 20 noviembre 2025.