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Opinión

¿De qué tratan las fiestas clandestinas a donde asisten jóvenes de NL?

Sin Censura

Esta pregunta va para los padres de familia regiomontanos: ¿estás al tanto de las llamadas “reus”, a las que son asiduos muchos jóvenes e incluso adolescentes? Se organizan en todo el país de forma clandestina. Se convocan por medio de Instagram y WhatsApp y, por lo general, el cover —obviamente ilegal— gira en torno a los $100 o $200 pesos. 

En San Pedro, concretamente en la colonia San Patricio, como bien lo documentó ayer este medio, la Secretaría de Seguridad Pública de ese municipio, reventó uno de estos eventos, al que asistieron entre 350 y 400 jóvenes y en el que se detuvo a 11 mayores de edad, presuntamente los organizadores. Fue un operativo en el que participó la Guardia Nacional.

Por demás está señalar que infinidad de asistentes sufrían los estragos de intoxicación y algunos mostraban el influjo de drogas. No es un escenario extraño ni ajeno para la comunidad norteña. Sucede también en Coahuila y Tamaulipas.

Estas reuniones de jóvenes, en las que muchas veces se cuelan adolescentes, son más comunes de lo que suponen muchos padres de familia. Se le conoce como “reus”. Abunda el alcohol y, en ocasiones, circulan sustancias como marihuana, cocaína y las llamadas “tachas”. 

Últimamente se ha incrementado el consumo de la “tusi”, cocaína rosa, un coctel de sustancias psicoactivas, que incluyen ketamina, MDMA —anfetamina que actúa como estimulante y alucinógeno—, entre otros componentes. Se le denomina “tusi” porque proviene de las siglas en inglés: 2C-B. ¿Qué es en realidad la 2C-B? Una feniletilamina sintética. 

Esto es lo que pueden estar consumiendo tus hijos que, sin darte cuenta, asisten a este tipo de eventos “reus”, que tienen paralelo con los “raves”, tendientes a ser más populares en el extranjero y en donde se escuchan géneros musicales como el techno y electrónica.

Francamente, en vez de prohibir los corridos que aluden al crimen organizado y que son testimonio de lo que vivimos cotidianamente en las calles, deberíamos mejor poner atención en los lugares donde se divierten nuestros hijos. Ninguna familia está exenta. Tampoco se trata de condenar a nadie. Solo habría que parar antenas y estar más atentos a las enfermedades sociales que circundan a nuestra familia.

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