Opinión

Punto de vista

Sección Editorial

  • Por: Javier Gutiérrez
  • 27 Noviembre 2023, 22:56

Nuestro piloto automático nos lleva a arremeter hacia las personas que opinan diferente a nosotros, descalificándolos, perdiendo la oportunidad de un aprendizaje.

Hace poco más de un mes, tuve la oportunidad de visitar Doha, la capital de Catar en un breve tour que realizamos camino a la India, cuando veníamos en el autobús que nos llevó a conocer diferentes lugares de esta ciudad, nos dijo el guía, que le pusiéramos atención a una escultura que se encontraba elevándose en medio de un lago y que podíamos observar a la distancia.

Esta escultura tenía la forma de una dona grande, circular y hueca, posteriormente seguimos avanzando en el autobús y pasado unos cinco minutos, el guía nos pidió que volteáramos a ver la escultura, la cual ya no se veía como una dona, sino como un número ocho.

Sorprendentemente su forma “había cambiado” y unos minutos después ya sin pedir que la viéramos, yo le iba poniendo atención a cada tanto tiempo y después de otros cinco minutos de haber avanzado en el camión, la escultura ya no era una dona, ya no era un ocho, ahora tenía la forma de un corazón.

Esta experiencia me hizo realizar una breve reflexión, imaginando que tres personas por separado ven esta escultura, una situada desde el lugar donde se veía en forma de dona, otro parado desde el lugar donde se veía como un ocho y otro más desde el lugar donde se veía en forma de corazón, posteriormente ellos se reúnen y platican su experiencia:

“¿Vieron la escultura en forma de dona que estaba en el centro del lago?”. Diría uno de ellos.

“¿Dona? Claro que no tenía forma de dona, era una escultura con forma del número 8”.

“¿Están locos los dos? Diría un tercero, esa escultura tiene la forma de un gran corazón”.

Y así se la pasarían discutiendo un buen rato, defendiendo cada uno su experiencia, pero la pregunta es: ¿Cuál de los tres tiene la razón? Sabemos la respuesta: Los tres.

Sin embargo, aceptar esa realidad para ellos sería imposible si no se les explica que esa escultura está diseñada para que se vea de diferente manera, dependiendo del lugar donde una persona se encuentre situada.

De la misma manera, la vida, cada persona la vemos desde nuestro propio punto de vista, un punto de vista influido por infinidad de factores y muchas veces dicha visión es diametralmente opuesta a la de otra persona que puede ser tan cercana como la pareja, la madre o el hijo.

Incluso algunas formas de ver la vida pueden ser perjudiciales para la salud física, psicológica o relacional de quien la vive, pero dicha persona no lo ve y no puede verlo por la “posición” en la que se encuentra y por más que le tratemos de explicar que su forma de ver y vivir la vida le está perjudicando a ella o a quienes le rodean, puede, realmente no verlo así.

Por lo que debemos desarrollar paciencia, aceptación, tolerancia y compasión, para poder mantenernos abiertos y equilibrados ante dichas visiones que difieren de las nuestras y poder, si se da el caso, ser apoyo para cuando decidan o puedan desarrollar otro punto de vista.

Hasta el siguiente momento presente.

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