Opinión

¡Qué lejos estoy del suelo!

Sección Editorial

  • Por: Félix Cortés Camarillo
  • 10 Abril 2023, 20:00

La precisión en las cifras no es algo que el presidente López pueda presumir que domina; con la misma facilidad con la que cada mañana dispara ofensivos calificativos en contra de todo aquel que no esté dispuesto a entonar alabanzas a su manera especial de gobernar, suelta cualquier cifra sobre cualquier cosa sin documentarla, o alegando que él tiene otros datos que difieren de los normalmente conocidos. Uno de sus tópicos favoritos es el agradecimiento a los “héroes” mexicanos que viven y trabajan en los Estados Unidos, por el monto de las remesas que envían a sus parientes pobres en nuestro país. Hay motivos de sobra para ello: según datos del CEMLA, Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, la masa salarial de los trabajadores de origen mexicano en los Estados Unidos, sean braceros o nativos de allá equivale a más de la mitad del Producto Interno Bruto de nuestro México, dice el diario El País. En esa consideración se encierra una dosis de cruel cinismo. Ningún migrante, de cualquier país del mundo, abandonó casa, familia, lengua, cultura, por impulso propio: todos han emigrado porque en su país de origen no encontraron oportunidades de trabajo, desarrollo o educación. Por la misma razón asumen la obligación lógica de separar algo de su salario para enviar a sus familiares en casa. No se puede entonces asumir el envío de remesas como un reconocimiento al buen gobierno. De todas maneras, las remesas de los mexicanos significaron más de cincuenta mil millones de dólares el año pasado, que tuvo su manchita de pandemia: al final de este año pueden llegar a 60 mil millones de dólares. En las cifras confusas del presidente López él afirma que hay 38 millones de mexicanos en Estados Unidos. CEMLA dice que la mitad, unos 17 millones de ellos son económicamente activos, ganando un promedio mensual de tres mil seiscientos dólares, porque no ganan igual los hombres que las mujeres. Ahora, los datos del Banco de México señalan que la remesa media de un mexicano es de 383 dólares. A mí, que nunca he sido muy piola para las matemáticas, no me cuadran los números. Con base a todo lo anterior, para llegar a los sesenta mil millones de dólares al año-esto es por lo menos cinco mil millones al mes, todos y cada uno de los mexicanos que allá trabajan –todos y cada uno, de esos 17 millones, oriundos o braceros- tendrían que mandar unos 380 dólares al mes. Todos y cada uno, sin excepción. No lo compro. Se atribuye a Alejandro Dumas una de las más conocidas frases que los franceses usan para resolver enigmas: Cherchez la femme! (busca a la mujer), porque se aduce que detrás de cualquier conducta irregular de un hombre hay una mujer. Yo creo que detrás de toda conducta social incomprensible hay que buscar la lana. Y la lana, en nuestros tiempos tiene recorridos extraños, especialmente si sus orígenes son ilícitos y necesita en el camino blanquearse, lavarse, legitimarse. ¿No sería muy fácil para la delincuencia organizada utilizar las remesas de los paisanos para esa lavandería utilizando a sus redes de jovencitos en motocicletas y la red de tiendas de conveniencia que sirven como sucursales bancarias para el trasiego de pequeñas sumas? Es una idea.PARA LA MAÑANERA, (porque no me dejan entrar sin tapabocas): El fentanilo está de moda, no sólo en el consumo de los adictos norteamerigringos, sino en el discurso político, aunque nadie se ha tomado la molestia de explicarnos que se trata de un opioide sintético que se usa en medicina como analgésico mayor, generalmente útil para evitarle a los pacientes terminales de cáncer –por ejemplo- grandes dolores. Se asume, supone y afirma que los percusores para fabricar esa droga llegan a las costas del Pacífico procedente de China. Nadie ha sustentado esa idea con pruebas. El presidente de México le mandó una carta al de China pidiéndole que le pare a esto envíos. La respuesta de allá es que ellos no fabrican fentanilo y que los gringos arreglen su problema de adicciones. Andrés Manuel tuvo que reconocer ayer que no sabe dónde quedó la bolita: ¿si en China no se hace, en México no se produce pero en Estados Unidos su consumo mata a decenas de miles? Que lo averigüe Vargas.‎felixcortescama@gmail.com

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