La presidenta Claudia Sheinbaum demostró cabeza fría en la montaña rusa que es la amenaza (ya diferida 30 días) de los aranceles. Bien por ella. Y por nosotros.
Donald Trump demostró que es un loco, pero con “método” (la frase es de Shakespeare, en Hamlet). Moraleja: nuestras relaciones comerciales ya no pueden depender en un 83% de Norteamérica.
Dicho de otro modo: el secreto no consiste en si capoteamos bien o mal la imposición de aranceles gringos. Si seguimos así, malo el cuento.
El secreto estriba más bien en no vivir bajo la amenaza de los aranceles gringos.
¿Es posible? Sí. ¿Cómo? Volviéndonos potencia industrial de la misma forma en que lo consiguió Corea del Sur en poco menos de 30 años.
El proceso fue muy complejo, pero la explicación es muy simple. Corea del Sur era, en los años 60, un país ensamblador. Lo subcontrataba Japón para maquilarle a gigantes industriales nipones como Panasonic, Sony y Toshiba. ¿Te suenan?
Calladita y cooperando, Corea del Sur comenzó a copiarle a estos gigantes nipones su know-how y luego innovó con sus propias tecnologías.
Ahora, los gigantes coreanos llamados Samsung, LG, Hyundai y Kia abarcan más mercado que sus homólogas japonesas. El pupilo superó al maestro.
Obvio, en este caso de éxito no todo es color de rosa. El mandatario que operó los incentivos fiscales para volver potencia industrial a Corea del Sur tenía la mano muy dura. Se llamó Park Chung-hee. Incentivó fiscalmente a los emprendedores y creó una fórmula empresarial única: los chaebols (consorcios manejados por dinastías familiares).
Cuentan que Park Chung-hee admiraba al presidente mexicano Gustavo Díaz Ordaz y se llevó a su país la idea de crear allá el equivalente coreano de Nacional Financiera (NAFIN), creada en México en 1934 por un ingeniero agrónomo oriundo de Reynosa, Tamaulipas: Marte R. Gómez.
Park Chung-hee planeó metas quinquenales para los chaebols, que cumplía marcialmente, aprovechando el nearshoring (la relocalización de procesos en la cadena de producción), para luego crear empresas, especialmente en el ramo tecnológico. Ironías de la vida: Japón acabó maquilando a las nuevas empresas coreanas en auge.
En esas andaba Park Chung-hee cuando, una noche, regañó de más a un colaborador cercano suyo, y el incondicional regañado lo mató a balazos.
Hace años, viajé con un grupo de emprendedores a Seúl y nos convencimos de que esa es la ciudad en la que queremos convertir a Monterrey (o a San Pedro, si los regiomontanos se ponen rejegos).
La idea es comenzar mañana en Nuevo León con esta iniciativa, si el tiempo lo permite, como ponían antes en los carteles de toros.
¿Le entramos?