Escalar el monte Everest es tan peligroso como subirlo en helicóptero. La única diferencia es el tiempo: escalarlo te lleva dos meses y ascender en helicóptero te lleva algunas horas.
Yo que no tengo vocación de alpinista, pensé tomar la segunda opción hace algunos años: rentar un helicóptero. Un amigo que sí es escalador profesional me dijo que lo mío era una completa locura.
Subirte a un helicóptero en Nepal es asumir un riesgo innecesario. Abundan en el Himalaya los pilotos improvisados. Te sale relativamente barato contratarlos. Pero lo barato sale caro.
Cuentan que hasta el Yeti, el famoso “Hombre de las Nieves”, pilotearía mejor. Son unos verdaderos cafres. Con un curso intensivo de formación y algunas horas de vuelo, cualquier pelagatos de Nepal se vuelve piloto de helicópteros para turistas.
Se montan pistas de vuelo en los lugares más inverosímiles, expuestos a aludes de nieve, se evade comprar equipo para medir las condiciones meteorológicas y la autoridad aérea nepalí no impone el mínimo control.
Los cinco regiomontanos que murieron hace días junto con el piloto no fueron orientados correctamente para que no tomaran tamaño riesgo.
Se dice que el viajero acepta asumir riesgos mientras el turista va a la segura. Pero es mentira: el desconocimiento mata más que la osadía.
Lástima que muriera toda una familia en esa zona gélida e inhóspita. Mis condolencias para la familia González y Sifuentes.
En este penoso embrollo evidentemente hay culpables y la compañía nepalí Manang Air tendrá qué hacerse responsable.
