Llegó diciembre, el mes donde millones de mexicanos reciben su aguinaldo, un derecho laboral que debe pagarse antes del 20 de diciembre y que representa, para muchos hogares, el ingreso extraordinario más importante del año. De acuerdo con la Secretaría del Trabajo, más de 22 millones de trabajadores formales recibirán esta prestación, equivalente a por lo menos 15 días de salario, mientras que, en el sector privado, la mayoría de las empresas entrega entre 18 y 30 días, dependiendo de las políticas internas.
Este ingreso, sin embargo, suele perderse en lo que la Profeco define como “gastos emocionales de temporada”: compras impulsivas motivadas por promociones, presión social y la falsa sensación de liquidez. El organismo ha advertido que 7 de cada 10 mexicanos utiliza su aguinaldo en consumos de corta vida útil, dejando de lado el ahorro, la inversión o la reducción de deudas.
El reto, entonces, no es recibir el aguinaldo, sino administrarlo con inteligencia estratégica. Estamos frente a un escenario económico donde la inflación ronda el 4.3%, el crédito es más caro y el consumo se desacelera. Esto hace aún más importante reflexionar antes de gastar.
Una decisión inteligente es sembrar en tierra fértil: destinar parte del aguinaldo al ahorro o a inversiones que generen retornos. Desde instrumentos de bajo riesgo, como CETES —que hoy ofrecen rendimientos cercanos al 8% anual, pero aplicando interés completo—, hasta modelos de inversión alternativos, emprendimientos tecnológicos, startups de bajo costo o plataformas automatizadas que permiten construir ingresos pasivos.
Invertir en uno mismo también es un camino de alto retorno: educación, certificaciones, habilidades digitales o proyectos personales que incrementen el valor profesional. En un mundo donde la automatización está transformando industrias completas, la mejor inversión es aquella que multiplica la capacidad de generar ingresos futuros.
La reflexión de fondo es simple pero poderosa: el aguinaldo no debe verse como un premio, sino como una palanca financiera. Gastarlo es fácil. Multiplicarlo requiere visión. Diciembre llega con luces, emociones y presión social para comprar; pero también trae la oportunidad más clara del año para tomar decisiones que definan el 2025.
El dinero es energía: si se dispersa, se evapora. Si se siembra, florece.
