Rendirse al amor
Sección Editorial
- Por: Ron Rolheiser
- 26 Septiembre 2023, 01:28
Quizás todas las invitaciones de Jesús puedan resumirse en una palabra: rendición. Necesitamos rendirnos al amor.
¿Pero por qué es tan difícil? ¿No debería ser lo más natural del mundo? ¿No es nuestro deseo más profundo el anhelo de encontrar el amor y rendirnos a él?
Es cierto que nuestro anhelo más profundo es rendirnos al amor; sin embargo, tenemos algunas resistencias innatas profundas a entregarnos en rendición. Aquí hay un par de ejemplos: en la Última Cena del Evangelio de Juan, cuando Jesús intenta lavar los pies de Pedro, encuentra una dura resistencia por parte de Pedro: ¡Nunca! ¡Nunca dejaré que me laves los pies! Lo irónico aquí es que, quizás más que cualquier otra cosa, Pedro anhelaba precisamente ese tipo de intimidad con Jesús. Sin embargo, cuando se la ofrecen, se resiste.
Otro ejemplo podría verse en las luchas de Henri Nouwen. Nouwen, uno de los escritores espirituales más talentosos de nuestra generación, gozó de inmensa popularidad. Publicó más de 50 libros, fue un profesor muy solicitado (titular tanto en Harvard como en Yale), recibió invitaciones diarias para dar charlas y conferencias en todo el mundo y tenía muchos amigos cercanos.
Y, sin embargo, dentro de toda esa popularidad y adulación, rodeado de muchos amigos que lo amaban, no podía permitir que ese amor le diera una sensación real de ser amado o de ser adorable. En cambio, durante la mayor parte de su vida trabajó dentro de una profunda ansiedad que le hizo creer que no era digno de ser amado. En ocasiones, esto incluso lo llevó a una depresión clínica. Y así, durante la mayor parte de su vida adulta, rodeado de tanto amor, lo persiguió la sensación de que no era amado ni digno de ser amado. Además, era una persona profundamente sensible que más que nada quería entregarse al amor. ¿Qué lo detuvo?
En sus propias palabras, estaba paralizado por una herida profunda que no podía nombrar y cuyo atrape no podía liberarse. Esto fue así durante la mayor parte de su vida adulta.
Finalmente, pudo liberarse de su profunda herida y entregarse al amor. Sin embargo, fue necesaria una experiencia de muerte traumática para que eso sucediera. Una mañana, mientras estaba demasiado cerca de la autopista, en una parada de autobús, fue golpeado por el espejo retrovisor de una furgoneta que pasaba y lo hizo salir volando. Llevado de urgencia a un hospital, durante algunas horas estuvo oscilando entre la vida y la muerte. Mientras estaba en ese estado, tuvo una experiencia muy profunda del amor de Dios por él. Regresó a la plena conciencia y a la vida normal como un hombre profundamente cambiado. Ahora, después de experimentar el amor de Dios por él, finalmente también pudo entregarse al amor humano de una manera que no había sido capaz de hacer antes de su experiencia de “muerte.” Todos sus libros posteriores están marcados por esta conversión en el amor.
¿Por qué luchamos contra el amor? ¿Por qué no nos rendimos más fácilmente? Las razones son únicas para cada uno de nosotros. A veces nos enfrentamos a una herida profunda que nos hace sentir que no somos dignos de ser amados. Sin embargo, a veces nuestra resistencia tiene menos que ver con una herida que con cómo luchamos inconscientemente contra el amor que buscamos con tanto dolor. A veces, como Jacob en la Biblia, inconscientemente estamos luchando con Dios (que es Amor) y, en consecuencia, inconscientemente luchamos contra el amor.
En la historia bíblica donde Jacob lucha toda la noche con un hombre, vemos en esta lucha que él no tiene idea de que está luchando con Dios y con el amor. En su mente, él está luchando con un enemigo que necesita conquistar. Finalmente, cuando la oscuridad de la noche da paso a más luz, ve con qué está luchando, y es una sorpresa y un shock para él. Se da cuenta de que está luchando contra el amor mismo. Al darse cuenta de ello, deja de luchar y, en cambio, se aferra a la misma fuerza con la que había estado luchando anteriormente, con la súplica: “¡No te dejaré ir hasta que me bendigas!”.
Esta es la última lección que debemos aprender en el amor: luchamos por el amor con cada talento, astucia y fuerza dentro de nosotros. Al final, si tenemos suerte, tendremos un despertar. Alguna luz, a menudo una derrota paralizante, nos muestra el verdadero rostro de aquello con lo que hemos estado luchando y nos damos cuenta de que no es algo que debamos conquistar, sino que es el amor mismo al que hemos estado anhelando rendirnos.
Para muchos de nosotros, este será el gran despertar en nuestras vidas, un despertar al hecho de que en todas nuestras ambiciones y planes para mostrar al mundo lo valiosos y adorables que somos, estamos luchando de manera inconsciente contra el amor mismo por el que en última instancia queremos rendirnos. Y, por lo general, como ocurrió con Jacob en la historia bíblica, será necesaria la derrota de nuestras propias fuerzas y una cojera permanente antes de que nos demos cuenta de que aquello contra lo que estamos luchando es realmente aquello a lo que más queremos rendirnos.
Y esto es rendición, no resignación, algo a lo que nos entregamos en lugar de algo que nos derrota.
Compartir en: