El futuro del desarrollo urbano de San Pedro Garza García, NL, se debate públicamente: ¿deben modificarse las densidades de construcción en Calzada del Valle, Calzada San Pedro y el Centrito?
Hay razones para decir que sí, y otras para decir que no. Aunque el gobierno municipal de Mauricio Fernández está claramente en contra, luego de que la medida fue aprobada en el gobierno anterior, el de Miguel Treviño.
De hecho, la actual administración sampetrina acaba de concluir una consulta ciudadana para determinar si los habitantes de San Pedro quieren que se quede, o que se vaya, una modificación en la ley hecha por Treviño, que permite lo que llaman “densidades optativas”; esto es, que las densidades en las calzadas y el Centrito puedan modificarse si el desarrollador “le llega al precio”, es decir, si paga más.
La lógica era que, con esos ingresos, podían arreglarse los servicios limitados de agua y drenaje en la zona, para así generar desarrollos con más vivienda y que, por ejemplo, las nuevas generaciones de sampetrinos puedan encontrar opciones atractivas y dentro de sus posibilidades sobre dónde vivir, sin tener que cambiarse de municipio.
No deja de ser polémico que un gobierno permita que los desarrolladores, pagando grandes cantidades, puedan modificar las densidades de construcción a su gusto.
Por supuesto, eso es algo que más bien debería regularse desde el municipio, estableciendo límites claros y solicitando al desarrollador las inversiones necesarias, en su caso.
Si hay un lugar que necesita regularse mejor, es San Pedro, pues los cambios recientes han provocado que el municipio prácticamente colapse en cuestión de movilidad vial.
Pero el problema, en realidad, no son los edificios de departamentos ni sus alturas.
La causa real del caos vial que enfrenta San Pedro es el crecimiento exponencial de la oferta de comercios y servicios que detenta, pues la cantidad de autos que ahora entra diariamente al municipio es el triple de la cifra de los que residen ahí.
En números simples, en San Pedro “viven” unos 150,000 autos, pero diariamente entran y salen otros 350,000 vehículos “foráneos”, que son los que llevan a todos los empleados de oficinas y comercios, así como los plomeros, jardineros, cocineros y demás personal que ofrece distintos oficios a los residentes sampetrinos. A eso se agrega la gente que va a comprar a San Pedro, que lleva a sus hijos a las escuelas de ahí o que simplemente va a comer o turistear al municipio.
La verdadera solución para este problema es establecer un servicio genuinamente eficiente y atractivo de transporte público para que un buen porcentaje de estos “visitantes” a San Pedro —sobre todo los empleados— lleguen ahí sin tener que llevar su auto particular.
Cada camión que llegue a San Pedro de forma eficiente podría sustituir a 40 o 50 autos particulares, y si además hubiera otros sistemas de transporte, como teleféricos, trenes ligeros o incluso metro, el problema podría erradicarse.
La solución para el tráfico, en cambio no es limitar las densidades, y mucho menos las de edificios residenciales, pues la cantidad de autos que eso agrega es mínima, sobre todo considerando que los ocupantes son sampetrinos que probablemente ya viven ahí o van con frecuencia. Y lo que sí necesita San Pedro es redensificarse.
Hoy, ante lo caro de los bienes inmuebles y la tierra, las nuevas generaciones de sampetrinos ya no se quedan a vivir en San Pedro. Se van a Valle Poniente, que es Santa Catarina, o a la Carretera Nacional, que es Monterrey.
Si el municipio verdaderamente quiere detener la caída en población que está sufriendo y la migración de los jóvenes sampetrinos, tiene que redensificar con un plan bien trazado.
Las calzadas del Valle y San Pedro podrían perfectamente tener hermosos edificios altos con espectaculares departamentos y una buena oferta de servicios en la planta baja, si se hace un plan adecuado que contemple traer a muchos de los “visitantes” a San Pedro mediante un buen transporte público.
Lo que se necesita es un verdadero “gran plan” que defina la vocación y las estrategias del nuevo San Pedro.
La tarea cae en las manos de las nuevas generaciones de políticos sampetrinos, como un Luis Susarrey o un Mauricio Farah, quienes deberán visionarlo y elaborarlo.
