El Papa León XIV: La gracia no elimina nuestra libertad, sino que la despierta. El don de Dios no anula nuestra responsabilidad, sino que la hace fecunda.
AUDIENCIA GENERAL. Queridos hermanos y hermanas, hoy comenzamos areflexionar sobre el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.Iniciemos meditando una palabra que parece sencilla, pero que custodia un secreto precioso de la vida cristiana: preparar.
En el Evangelio de Marcos se cuenta que el primer día de la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?”. (Mc 14,12).
Es una pregunta práctica, pero también cargada de expectación. Los discípulosintuyen que algo importante está a punto de suceder, pero no conocen los detalles. La respuesta de Jesús parece casi un enigma: “Vayan a la ciudad; ahí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua”. (v. 13).
Los detalles se vuelven simbólicos: un hombre que lleva un cántaro — gestohabitualmente femenino en aquella época—, una sala en el piso superior ya preparada, un dueño de la casa desconocido. Es como si todas las cosas hubieran sido preparadas dea ntemano.
De hecho, así es. En este episodio, el Evangelio nos revela que el amor no es fruto del azar, sino de una elección consciente. No se trata de unasimple reacción, sino de una decisión que requiere preparación. Jesús no afronta su pasión por fatalidad, sino por fidelidad a un camino acogido y recorrido con libertad y cuidado.
Esto es lo que nos consuela: saber que el don de su vida nace de una intenciónprofunda, no de un impulso repentino. Esa sala en el piso superior ya preparada nos dice que Dios siempre nos precede. Incluso antes de que nos demos cuentade que necesitamos acogida, el Señor ya ha preparado para nosotros un espacio donde reconocernos y sentirnos sus amigos.
Este lugar es, en el fondo, nuestro corazón: una sala que puede parecer vacía,pero que sólo espera ser reconocida, llenada y custodiada. La Pascua, que losdiscípulos deben preparar, está en realidad ya preparada en el corazón de Jesús. Es Él quien lo ha pensado todo, dispuesto todo, decidido todo, sin embargo, pide a sus amigos que hagan su parte.
Esto nos enseña algo esencial para nuestra vida espiritual: la gracia no elimina nuestra libertad, sino que la despierta. El don de Dios no anula nuestraresponsabilidad, sino que la hace fecunda. Hoy, como entonces, hay una cena que preparar. No se trata sólo de la liturgia, sino de nuestra disponibilidad a entrar en un gesto que nos supera.
La Eucaristía no se celebra solo en el altar, sino también en la vida cotidiana, donde es posible vivir todo como ofrenda y acción de gracias. Prepararse para celebrar esta acción de gracias no significa hacer más, sino dejar espacio. Significa quitar lo que estorba, rebajar las pretensiones, dejar de cultivar expectativas irreales.
Con demasiada frecuencia, de hecho, confundimos los preparativos con las ilusiones. Las ilusiones nos distraen, los preparativos nos orientan. Las ilusiones buscan un resultado, los preparativos hacen posible un encuentro. El amorverdadero —nos recuerda elEvangelio— se da incluso antesde ser correspondido. Es undon anticipado. No se basa en lo que recibe, sino en lo que desea ofrecer. Es lo que Jesús vivió con los suyos: mientras ellos aún no entendían, mientras uno estaba a punto de traicionarlo y otro de renegar de él, Él preparaba una cena de comunión para todos.
Queridos hermanos y hermanas, también nosotros estamos invitados a preparar la Pascua del Señor. No sólo la litúrgica, sino también la de nuestra vida. Cada gesto de disponibilidad, cada acto gratuito, cada perdón ofrecido por adelantado, cada esfuerzo aceptado con paciencia es un aforma de preparar un lugar donde Dios puede habitar.
Podemos entonces preguntarnos: ¿qué espacios de mi vida necesito reordenar para que estén listos para acoger al Señor? ¿Qué significa para mí hoy «preparar»? Quizásr enunciar a una pretensión, dejar de esperar que el otrocambie, dar el primer paso. Porque donde se ha preparado el amor, la vida puederealmente florecer.
