El Papa León XIV: Jesús en cambio lo ayuda a descubrir que su vida también está en sus manos. Le invita a levantarse, a alzarse de su situación crónica, y a recoger su camilla. Ahora es él que puede cargar aquella camilla y llevarla a donde quiera: ¡puede decidir qué cosa hacer con su historia!
AUDIENCIA GENERAL.- Queridos hermanos y hermanas: seguimos contemplando a Jesús que sana. Hoy quisiera invitarlos de manera particular a pensar en las situaciones en las que nos sentimos “bloqueados” y encerrados en un camino sinsalida. Esta situación es descrita en los Evangelios con la imagen de la parálisis. Por esta razón desearía detenerme hoy sobre la sanación de un paralítico, narrada en el Evangelio de San Juan (5,1-9). Jesús va Jerusalén para una fiesta de los judíos. No va directamente al Templo; se detiene ante una puerta, dondeseguramente se lavaban a las ovejas que luego eran ofrecidas en sacrificio. Cerca a esta puerta, se ubicaban también tantos enfermos, que, a diferencia de las ovejas, ¡eran excluidos del Templo porque eran considerados impuros! Esentonces Jesús mismo quien los alcanza en su dolor.
Estas personas esperaban un prodigio que pudiese cambiar su destino; de hecho, junto a la puerta se encontraba una piscina, cuyas aguas eran consideradas taumatúrgicas, osea capaces de sanar: en algún momento cuando el agua seagitaba, según la creencia del tiempo, quien primero se zambullía, se curaba.
De esta forma se creaba una especie de “guerra de los pobres”. Aquella piscina sellamaba Betzatá, que significa “casa de la misericordia”: podría ser una imagen de la Iglesia, en donde los enfermosy los pobres se juntan y hasta donde el Señor llega para sanar y donar esperanza.
Jesús se dirige específicamente a un hombre que está paralizado desde hace treinta y ocho años. Ya está resignado, porque no logra sumergirse en la piscina cuando el agua seagita (cfr v. 7). En efecto, aquello que muchas veces nosparaliza es precisamente la desilusión. Nos sentimos desanimados y corremos elriesgo de caer en la dejadez.
Jesús dirige a este paralítico una pregunta que puede parecer superficial: “¿Quieres curarte?” (v. 6). En cambio, es una pregunta necesaria, porque, cuando uno se encuentra bloqueado desde hace tantos años, puede también faltarle la voluntad de sanarse. A veces preferimos permanecer en condición de enfermos, obligando a los otros a ocuparse de nosotros. Es a veces también un pretexto parano decidir qué cosa hacer con nuestra vida. Jesús en cambio reconduce a este hombre a su deseo veraz y profundo.
Este hombre de hecho responde de manera más articulada a la pregunta de Jesús, revelando su visión de la vida.
Ante todo, dice que no ha tenido nadie que lo sumerja en la piscina: entonces no es suya la culpa, sino de los otros que no se preocupan por él. Esta actitud se convierte en el pretexto para evitar asumirselas propias responsabilidades.
¿Pero es verdad que no había nadie que lo ayudase?
He aquí la respuesta iluminadora de San Agustín: “Si, para ser sanado tenía absolutamente necesidad de un hombre, pero de un hombre que fuese también
Dios. […] Ha venido por lo tanto el hombre que era necesario; ¿por qué postergarde nuevo la sanación?”.
[1]El paralítico agrega que cuando trata de sumergirse en la piscina hay siempre alguien que llega antes que él. Este hombre está expresando una visión fatalista de la vida. Este hombre está desanimado. Se siente derrotado en la lucha de la vida.
Jesús en cambio lo ayuda a descubrir que su vida también está en sus manos. Le invita a levantarse, a alzarse de susituación crónica, y a recoger su camilla (cfr v. 8). Ese camastro no se deja o se echa: representa su pasado de enfermedad, es su historia. Hasta aquel momento el pasado lo ha bloqueado; lo ha obligado a yacer como un muerto.
Ahora es él que puede cargar aquella camilla y llevarla a donde quiera: ¡puede decidir qué cosa hacer con su historia!
Se trata de caminar, asumiéndose la responsabilidad de escoger cual caminorecorrer.
¡Y esto gracias a Jesús! Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Señor el don de entender dónde se ha bloqueado nuestra vida. ¡Pidamos regresar a vivir en el Corazón de Cristo que es la verdadera casa de la misericordia!