El Papa León XIV: El perdón que nos enseña Jesús no espera el arrepentimiento del que ofende, sino que se ofrece primero, como don gratuito, aun antes de ser acogido. No es olvido ni debilidad, sino la capacidad de dejar libres a los demás.
Reflexionamos hoy sobre elamor y el perdón que manifiesta Jesús en vísperas de su Pasión. Se trata de un amor que se entrega hasta el fin, y de una actitud de perdón que no se detiene frente al rechazo, latraición o la ingratitud de sus discípulos.
En vez de acusar o defenderse, Jesús sigue amando y perdonando: lava los pies de los suyos, comparte la cena con ellos, moja un bocado y lo da. En estos gestossencillos y humildes Jesús nos enseña a amar y a perdonar hasta el extremo.
El perdón que nos enseña Jesús no espera el arrepentimiento del que ofende, sino que se ofrece primero, como don gratuito, aun antes de ser acogido. No es olvido ni debilidad, sino la capacidad de dejar libres a los demás.
De ese modo, el perdón se revela en todo su poder y muestra el rostro concreto de la esperanza. Perdonar no significa negar el mal, sino impedir que las tinieblas a las que conduce se sigan extendiendo, y regresar a la luz del bien.
El perdón libera y devuelve la paz. El Evangelio de Lucas nos presenta un texto exigente (cf. Lc 12,49-53), en el que Jesús, con imágenes fuertes y gran sinceridad, dice a los discípulos que su misión, y también la de quienes lo siguen, no es toda “color de rosa”, sino que es “signo de contradicción” (cf. Lc 2,34).Diciendo esto, el Señor anticipa lo que deberá afrontar cuando en Jerusalén sea agredido, arrestado, insultado, golpeado, crucificado; cuando su mensaje, aun hablando de amor y de justicia, sea rechazado; cuando los jefes del pueblo reaccionen con violencia a su predicación.
Por otra parte, muchas de las comunidades a las que el evangelista Lucas se dirigía con sus escritos vivían la misma experiencia. Eran, como nos dicen los Hechos de los Apóstoles, comunidades pacíficas que, aun con sus límites, intentaban vivir de la mejor manera el mensaje de caridad del Maestro (cf. Hch 4,32-33). Y, sin embargo, sufrían persecuciones. Todo esto nos recuerda que elbien no siempre encuentra una respuesta positiva en su entorno.
Es más, en ocasiones, precisamente porque la belleza de ese bien molesta a quienes no lo acogen, aquel que lo pone en práctica termina encontrando durasoposiciones, hasta sufrir maltratos y abusos. Obrar en la verdad cuesta, porque en el mundo hay personas que eligen la mentira, y porque el diablo,aprovechándose de ello, a menudo busca obstaculizar elobrar de los buenos.
Pero Jesús, con su ayuda, nos invita a no rendirnos ni aequipararnos con estamentalidad, sino a seguir obrando por nuestro bien y el de todos, incluso de quienes nos hacen sufrir. Nos invita a no responder a la prepotencia con la venganza, sino apermanecer fieles a la verdad en la caridad.
Los mártires dan testimonio de ello derramando su sangre por la fe, pero también nosotros, en circunstancias y de modos diferentes, podemos imitarlos. Pensemos,
por ejemplo, en el precio que debe pagar un buen padre, si quiere educar bien asus hijos, con sanos principios; antes o después deberá saberdecir algún “no”, hacer alguna corrección, y esto le causará sufrimiento. Lo mismo vale para un maestro que desea formar correctamente a sus alumnos, para un profesional, un religioso, un político, que se propongan realizar su misión honestamente, y para quienes se esfuercen en ejercitar con coherencia, según las enseñanzas del Evangelio, sus propias responsabilidades.
