El Papa León XIV: ¿Cuándo seremos capaces nosotros también de interrumpir nuestro viaje y tener compasión? Recemos, pues, para que podamos crecer en humanidad, de modo que nuestras relaciones sean más verdaderas y más ricas en compasión.
Del 17 al 29 de mayo del 2025
Queridos hermanos y hermanas: Continuamos meditando sobre algunas parábolas del Evangelio que nos ofrecen la oportunidad de cambiar de perspectiva y abrirnos a la esperanza.
La falta de esperanza, a veces, se debe a que nos quedamos atrapados en una forma rígida y cerrada de ver las cosas, y las parábolas nos ayudan a mirarlas desde otro punto de vista.
Hoy me gustaría hablarles de un doctor en la Ley, que sin embargo necesita cambiar de perspectiva, porque está concentrado en sí mismo y no se da cuenta de los demás (cf. Lc 10,25-37).
De hecho, le pregunta a Jesús cómo se «hereda» la vida eterna, utilizando una expresión que la considera como un derecho inequívoco. Pero detrás de estapregunta, quizás se esconde precisamente una necesidad de atención: la única palabra sobre la que pide explicaciones a Jesús es el término «prójimo», que literalmente significa «el que está cerca».
Por eso, Jesús cuenta una parábola que es un camino para transformar esa pregunta, para pasar del «¿quién me quiere?» al «¿quién ha querido?».
La primera es una pregunta inmadura, la segunda es la pregunta del adulto queha comprendido el sentido de su vida.
La parábola que cuenta Jesús tiene, de hecho, como escenario un camino, y es uncamino difícil y áspero, como la vida. Es el camino que recorre un hombre que baja de Jerusalén, la ciudad en la montaña, a Jericó, la ciudad bajo el nivel del mar.
Es una imagen que ya presagia lo que podría ocurrir: efectivamente, sucede que ese hombre es asaltado, golpeado, despojadoy abandonado medio muerto.
Es la experiencia que se vive cuando las situaciones, las personas, a veces inclusoaquellos en quienes hemos confiado, nos quitan todo y nos dejan tirados.
Pero la vida está hecha de encuentros, y en estos encuentros nos revelamos tal ycomo somos.
Nos encontramos frente al otro, frente a su fragilidad y su debilidad, y podemos decidir qué hacer: cuidar de él o hacer como si nada. Un sacerdote y un levitabajan por ese mismo camino.
Son personas que prestan servicio en el Templo de Jerusalén, que viven en elespacio sagrado. Sin embargo, la práctica del culto no lleva automáticamente a ser compasivos.
De hecho, antes que una cuestión religiosa, ¡la compasión es una cuestión dehumanidad! Antes de ser creyentes, estamos llamados a ser humanos. Podemos imaginar que, después de haber permanecido mucho tiempo en Jerusalén, aquel sacerdote y aquel levita tienen prisa por volver a casa.
Es precisamente la prisa, tan presente en nuestra vida, la que muchas veces nos impide sentir compasión. Pero he aquí que llega alguien que sí es capaz de detenerse: es un samaritano, es decir, alguien que pertenece a un pueblo despreciado (cf. 2Re 17).
En su caso, el texto no precisa la dirección, sino que solo dice que estaba de viaje.
La religiosidad aquí no tiene nada que ver. Este samaritano se detiene simplemente porque es un hombre ante otro hombre que necesita ayuda. La compasión se expresa a través de gestos concretos.
El evangelista Lucas se detiene en las acciones del samaritano, al que llamamos «bueno», pero que en el texto es simplemente una persona: el samaritano seacerca, porque si quieres ayudar a alguien, no puedes pensar en mantenerte adistancia, tienes que implicarte, ensuciarte, quizás contaminarte; le venda lasheridas después de limpiarlas con aceite y vino; lo carga en su montura, es decir, se hace cargo de él, porque solo se ayuda de verdad si se está dispuesto a sentir el peso del dolor del otro.
¿Cuándo seremos capaces nosotros también de interrumpir nuestro viaje y tener compasión? Cuando hayamos comprendido que ese hombre herido en el camino nos representa a cada uno de nosotros.
Y entonces, el recuerdo de todas las veces que Jesús se detuvo para cuidar de nosotros nos hará más capaces de compasión. Pidamos al Corazón de Cristo lagracia de tener cada vez más sus mismos sentimientos.
