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Opinión

Siguiendo al Papa. Del 3 al 9 de enero del 2025

Siguiendo al Papa

El Papa Francisco: En la perspectiva cristiana el Jubileo es un tiempo de gracia. 

¡Y cómo quisiera que este 2025 fuera verdaderamente un año de gracia, rico de verdad, de perdón, de libertad, de justicia y de paz! «En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien» y cada uno de nosotros está llamado a hacerla florecer en torno a sí.

Del 3 al 9 de enero del 2025 (VIS).

AUDIENCIA GENERAL. Queridos hermanos y hermanas: Deseo dedicar las dosprimeras catequesis de este año a reflexionar sobre los niños. La Sagrada Escritura nos dice que los hijos son un don de Dios, pero también describe situaciones en que los niños no han sido amados ni respetados, llegando incluso a ser perseguidos y martirizados. 

Esta es una triste realidad que se sigue repitiendo hasta el día de hoy. Pensemos cuántos niños mueren a causa del hambre, de las catástrofes, de lasenfermedades y de las guerras. Siguiendo el ejemplo de Jesús, los cristianos nodeberíamos permitir nunca que los niños sean maltratados, heridos oabandonados. Debemos prevenir y condenar con firmeza cualquier abuso que puedan sufrir. 

Quisiera destacar especialmente el flagelo del trabajo infantil, que borra las sonrisas y los sueños de los niños, e impide que desarrollen sus talentos.

Los niños ocupan un lugar privilegiado en el corazón de Dios y, quien les haga daño, tendrá que rendirle cuentas a Él.

DISCURSO A LOS MIEMBROS DEL CUERPO DIPLOMATICO ACREDITADO ANTE LASANTA SEDE.

Excelencias, señoras, señores: Nos reunimos esta mañana para un momento de encuentro que, más allá de su carácter institucional, quiere ser sobre todo familiar. 

Un momento en el que la familia de los pueblos se congrega simbólicamente a través de su presencia, para intercambiar una felicitación fraterna, dejando atrás los conflictos que dividen y redescubriendo más bien lo que une. 

Reunirnos al inicio de este año, que para la Iglesia católica posee una relevancia particular, tiene un especial valor simbólico, porque el sentido mismo del Jubileo es el de “hacer una pausa” en el frenesí que caracteriza cada vez más la vida cotidiana, para reponer fuerzas y nutrirse de lo que es realmente esencial:redescubrirnos hijos de Dios y, en Él, hermanos, perdonar las ofensas, sostener a los débiles y a los pobres, dejar descansar la tierra, practicar la justicia y renovar la esperanza. 

A ello están llamados todos los que sirven al bien común y ejercitan esa alta forma de caridad —quizás la forma más alta decaridad— que es la política.Queridos embajadores: En las palabras del profeta Isaías, que el Señor Jesús hace propias en la sinagoga de Nazaret al comienzo de su vida pública, según el relato que nos ha transmitido el evangelista Lucas (4,16-21), encontramos compendiado no sólo el misterio de la Navidad que acabamos de celebrar, sino también el del Jubileo que estamos viviendo. 

Cristo ha venido «a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor» (Is 61,1-2a).

Lamentablemente, empezamos este año mientras el mundo se encuentra azotado por numerosos conflictos, pequeños y grandes, más o menos conocidos, y también por la persistencia de execrables actos de terror.

Estamos frente a sociedades cada vez más polarizadas, en las que se alberga unsentimiento general de miedo y desconfianza hacia el prójimo y hacia el futuro.Eso se ve agravado por la creación y difusión continua de noticias falsas, que nosólo distorsionan la realidad de los hechos, sino que terminan por distorsionar lasconciencias. … Mi deseo para este nuevo año es que el Jubileo pueda representarpara todos, cristianos y no cristianos, una ocasión para repensar también lasrelaciones que nos unen,como seres humanos ycomunidades políticas; parasuperar la lógica del enfrentamiento y abrazar en cambio la lógica del encuentro; para que el tiempo que nos aguarda no nos halle como vagabundos desesperados, sino peregrinos de esperanza, es decir, personas y comunidades en camino comprometidas a construir un futuro de paz.

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