Opinión

Sobre un caso familiar con posible aplicación social

Sección Editorial

  • Por: Manuel Rivera
  • 20 Noviembre 2022, 20:00

Amanezco haciéndome una pregunta: ¿el frío afecta a la mente?Tal cuestión obedece a mi indiferencia para referirme a “la guerra de las marchas”, la sucesión de las conveniencias en Coahuila, la similitud de Cabeza de Vaca con “Alito” en el uso de sus partidos o la exposición de Nuevo León al escarnio nacional hecha por su gobernador.¿Por qué mejor no cito algún asunto serio, como el de las ocasiones en las cuales el amor en las relaciones personales o las convicciones en lo social insisten en ponerse a prueba para confirmar su solidez?Evoco entonces una historia, advirtiendo se trata de una originada en el ámbito familiar, aunque aborda un tema público de moda.El caso es tan fácil de exponer, como, hasta la fecha, difícil de resolver. Un papá todo –o casi todo– emoción, con profundas raíces familiares en la fiesta brava, fue llevado al “paredón” por sus dos hijas, veganas y defensoras a ultranza de los animales, para “fusilarlo” con razones en lugar de balas.El argumento indiscriminado que indica que la tauromaquia permite el mantenimiento de áreas verdes carece de sustento, disparó la hija menor, quien se definió como una científica ecóloga con formación en el análisis de procesos, funcionamientos y estructuras de la biodiversidad.“Cuando se analiza un terreno para conocer su estado ambiental se revisa su tipo de ecosistema, si es vegetación primaria o secundaria, su historia evolutiva, su historia natural, las relaciones ecológicas del biotopo, el origen geográfico de las especies presentes; es decir, si las plantas que están ahí son exóticas o nativas, así como el expediente del manejo ambiental del lugar. Estos son tan sólo algunos de los puntos que hay que considerar antes de decir que la ganadería de toros de lidia ayuda al ambiente por tener extensiones de terreno verdes”, agregó.“Lo bueno de la ciencia es que presenta la verdad”, señaló, “aunque no estés de acuerdo con ella”.A los conceptos vertidos por su hermana, la mayor sumó argumentos filosóficos, sin preocuparse por ser sutil:“Simplemente me parece aberrante y retrógrado que se siga argumentando a favor de la tauromaquia. No hay manera realmente científica ni filosófica basada en la sintiencia y valor de la vida (recordemos el concepto del valor intrínseco de Kant), que pueda justificar un espectáculo realizado a partir de violencia física hacia otro ser”, expresó.Es muy triste que se recurra al concepto de arte o al constructo de cultura, añadió, para dar lugar a la existencia de la fiesta brava. “Es como argumentar a favor de la ablación clitoriana en los países que la realizan porque es tradición”.Concluyó citando la Declaración de Cambridge sobre la Consciencia, firmada en el Reino Unido el 7 de julio de 2012:“La ausencia de un neocórtex (‘parte mayor, más compleja y reciente desde el punto de vista evolutivo de la corteza cerebral’, de acuerdo al diccionario de la Real Academia Española) no parece impedir que un organismo pueda experimentar estados afectivos”.Por si fuera poco, incursionó hasta en el terreno de la emoción, sabiendo que su padre pretendía apropiarse de este: “¿Sabes qué haría si conozco a alguien súper inteligente y chido, y de repente me dice que le gustan las corridas de toros? ¡Huyo! Pensaría cómo puede existir un ser pensante que sienta gusto o placer por la tauromaquia… Sólo un psicópata, un bárbaro, un convencional sin criterio”. Traté de no pestañear para evitar sentirme aludido.Si se tratara de una pelea de box, el réferi estaría aplicando la cuenta de protección, sin embargo me levanté de la lona para responder:“Asumo las consecuencias de mi libertad, al igual que acepto la herencia de mis ancestros y respeto a quienes disienten de mi pasión. Detesto la hipocresía de quien juzga distinto un mismo pecado dependiendo de su realización en público o privado, lamento ceder hasta la cultura nacional para ser juzgada por los dueños del mundo, pero defiendo la tolerancia como valor esencial para la paz y el desarrollo”, expresé como si estuviera izando la bandera blanca.Aun en el “paredón”, confirmé que el contexto ideal para conocer la fortaleza del amor o de la convicción se da en el encuentro de opiniones, la diversidad de sentires e, incluso, en el debate apasionado, jamás en la imposición o represión.“Amo tu ser, aunque deteste tus gustos”, dije finalmente para mis adentros.

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