Tradiciones
Sección Editorial
- Por: Luis Sampayo
- 03 Febrero 2025, 00:55
Según el diccionario de la lengua española, la palabra “tradiciones” significa la transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación. Así como el día de la Candelaria, los tamalitos y el recalentado son una verdadera tradición de las costumbres mexicanas, tal parece que, para nuestros vecinos del norte, una de sus más gustosas tradiciones es la de denostar y agredir al pueblo mexicano y a todo lo que, según ellos, les parezca inferior al estatus y nivel de su raza angloamericana.
Y es que, tal parece que, pasándose por el arco del triunfo los principios y los valores de la diplomacia internacional —como lo son el respeto mutuo, la soberanía, la paz mundial y la defensa de la humanidad— el nuevo gobierno norteamericano ha implementado una agresiva forma de ejercer la política fuera de sus fronteras para fortalecer, dentro de ellas y entre los suyos, su identidad como líderes mundiales y rediseñar el plano geopolítico a sus propias conveniencias.
Independientemente de creencias, colores, idiomas y territorios, todos somos hijos de Dios. Y aunque, basados en esta teoría, todos somos hermanos, es por sus perjudiciales actos que algunas personas sensatas piensan que algunos de estos hijos —y por consecuencia, hermanos nuestros— también son hijos del “chamuco”, por no decir unos auténticos hijos de la chin… ada.
Y para algunos de esos “hermanos” que normalmente detentan el poder por todo el mundo, en comunidades, municipios, estados y países enteros, el término aplica con singular exactitud por conducir sus criterios de acción política en claro perjuicio de sus propios gobernados.
Aunque honradas excepciones deben existir, ejemplos de malas prácticas en la política hay muchos y muy diversos, aquí, allá y acullá. Desde cualquier territorio pequeño hasta en cualquier gran país del mundo, existen injustas prácticas políticas que son establecidas por los “hacedores de leyes” que las edifican a consecuencia de sus propias conveniencias, en un lamentable perjuicio y detrimento de sus representados.Así pasa, como ya nos ha sucedido. Por ejemplo, con la política ambiental que nos tiene respirando las emisiones de los combustibles que, además, nos venden caros. O como las recientes alzas del transporte urbano, que, dicho sea de paso, es un pésimo servicio: largas filas para abordarlo, su pobre calidad, sus paupérrimas garantías de seguridad, higiene y largos tiempos de traslado.
La política de “abrazos, no balazos”, implementada en la gestión anterior, nos trajo como consecuencia una metralla de abrazadores balazos, que dejó, entre desaparecidos y difuntos, más de 300 mil mexicanos fallecidos, y que nos tiene, y nos mantienen en la actualidad, coexistiendo con la inseguridad de la guerra de cárteles que luchan por la supremacía de los territorios para desarrollar, en sus respectivos mercados, sus lucrativas actividades delictivas.
La expansión de esto último más allá de nuestras fronteras es el sustento argumentativo para que nuestro vecino país del norte nos aplique “la voladora” en la aplicación del 25% de aranceles a las exportaciones mexicanas de cualquier tipo de producto, en castigo por la pobre actuación del gobierno mexicano por el tráfico ilegal de migrantes y fentanilo, que de alguna forma ha entrado por las fronteras que vigila el mencionado vecino.
Esta situación, de entrada, pinta bastante complicada para la economía mexicana, que depende en gran medida del mercado de las exportaciones, y complicaría bastante las proyecciones, hasta hace poco muy alentadoras, del nearshoring para la instalación de nuevas empresas generadoras de empleos productivos, honrados y honestos en nuestro país.
Así pues, estimado lector, en medio de un ambiente incierto por el derrotero que tomen las cosas en el estira y afloja que surgirán a partir de estas medidas, que estos “hijos de Dios, hermanos por igual, y quizás también “hijos de la chin..ada”, dependiendo lo que hagan con el poder de negociar que detentan, nosotros, la gente común y corriente, dediquémonos a vivir, mientras podamos, nuestras tradiciones, con nuestra Candelaria, nuestros tamalitos y nuestros recalentados, mientras vemos qué es lo que pasa con las estrategias de nuestro gobierno, con su plan A, B, o C, esperando que las cosas lleguen a buen puerto frente al impetuoso y agresivo vecino, antes de que a nuestro gobierno se le acabe el abecedario.
Por hoy es todo, amable lector. Medite lo que le platico, disfrute la vida y al máximo a su familia, esperando que el de hoy sea para usted un reparador día lleno de amor, salud y entusiasmo. Me despido honrando la memoria de mi querido hermano Joel Sampayo Climaco con sus palabras: “Tengan la bondad de ser felices”. Nos leemos aquí el próximo lunes.
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