Una Europa que cada vez pesa menos
Periodista de guerra, escritor y corresponsal. Especialista en temas internacionales. Testigo de 19 guerras y ha llegado a realizar entrevistas exclusivas con figuras como Yasser Arafat, Muammar Gaddafi y el líder de Hamás, el jeque Ahmed Yassin.
Amigos de El Horizonte, es muy difícil poner de acuerdo a todo el mundo.
Cuando en los años 50 una serie de grandes líderes —el italiano De Gasperi, el francés Robert Schuman, el inglés Churchill y el alemán Konrad Adenauer— intentaron que los países europeos formaran parte de lo que luego sería la Unión Europea, crearon primero la Confederación del Carbón y del Acero (CECA) y, posteriormente, la Comunidad Económica Europea, para después, finalmente, crear la Unión Europea.
Siendo grandes líderes, intelectuales y globales, erraron en una cosa: cada país europeo era de su padre y de su madre.
Un español o un portugués tiene poco o nada que ver con un finlandés o con un sueco.
Se trataba y se trata de idiomas completamente distintos, de religiones distintas, de sensibilidades distintas.
Hoy, la Unión Europea sigue remando hacia el progreso, pero con contradicciones económicas notables.
España y Holanda, por ejemplo, suben impuestos. El gran motor de Europa, que es Alemania, se ha contraído, y el otro gran motor, Francia, se ahoga en sus propios problemas internos, domésticos, políticos y económicos.
Ante una situación así, y con una Europa que cada vez pesa menos, los europeos vamos hacia una enorme irrelevancia y hacia una mínima expresión.
El gigante asiático, China, Rusia, Estados Unidos, los países BRICS siguen cada vez más fuertes.
América Latina, con todo y sus particularidades, busca una posición lo más protagónica posible.
Y así, así van todos los países, salvo esa pobre Europa que cada vez se hace más pobre.
