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Opinión

¿Y tú, tiras basura en las calles?

En visión de un millennial

La belleza de nuestras ciudades no sólo reside en sus monumentos, parques o edificios, sino también en el comportamiento cívico de sus ciudadanos. En estos días de lluvia que han cobrado protagonismo, es vital reflexionar sobre un acto tan aparentemente trivial pero con consecuencias tan significativas como el tirar basura en las calles. 

No se trata sólo de un acto que ensucia visualmente nuestras calles o que suma a la contaminación, sino que representa una grave amenaza para el correcto drenaje de agua, obstruyendo alcantarillas y contribuyendo a las inundaciones que todos hemos presenciado.

No obstante, la responsabilidad no recae únicamente en los ciudadanos. Es esencial que nuestros municipios entiendan la imperiosa necesidad de darle el correcto mantenimiento al sistema de alcantarillado. Con el paso del tiempo, estos sistemas se desgastan, se llenan de residuos y requieren una atención inmediata para garantizar su funcionamiento óptimo. Si no lo hacemos, nos encontramos en riesgo de que se registren tragedias que bien pudieron ser evitadas.

De igual manera, el gobierno del estado no puede quedar al margen. Es su deber, y esperamos su compromiso inquebrantable, para asegurar el mantenimiento adecuado de todo el sistema de drenaje. Las ciudades son el corazón del estado, y si éstas no funcionan adecuadamente, todo Nuevo León se ve afectado.

Se trata de una tarea conjunta, desde el ciudadano que decide no arrojar esa botella en la calle, pasando por los municipios que se comprometen con su infraestructura, hasta el mismo gobierno estatal que debe de priorizar lo que le toca hacer. Mantener limpias nuestras ciudades es más que una cuestión estética; es prevenir accidentes, tragedias y garantizar que Nuevo León siga siendo un referente de civilidad y progreso.

La prevención y el cuidado comienzan desde los actos más simples hasta las acciones más complejas a nivel gubernamental. Pensemos en las consecuencias de nuestros actos cotidianos y la repercusión que estos tienen en el colectivo. Una bolsa de plástico, un envoltorio o una lata, pueden parecer inofensivos en nuestras manos… ¿Pero en una alcantarilla? Se convierten en un obstáculo que puede desencadenar inundaciones, daños a propiedades y, lo más alarmante, pérdida de vidas.

Cada vez que dejamos basura en nuestras calles, estamos minando el esfuerzo de quienes trabajan día y noche para mantener la ciudad en funcionamiento. Pero este esfuerzo debe ser respaldado por acciones más grandes y decisivas. Si bien el compromiso ciudadano es fundamental, necesitamos infraestructuras adecuadas, programas de mantenimiento preventivo y, sobre todo, políticas públicas que apoyen y promuevan una cultura de responsabilidad ambiental y civil.

Adicionalmente, es imperativo que el gobierno estatal y los municipales mantengan una comunicación abierta y efectiva con la población. Las decisiones tomadas a nivel gubernamental deben reflejar las necesidades y preocupaciones de los ciudadanos, garantizando así que se están tomando medidas en las áreas correctas y que el esfuerzo conjunto tenga un impacto real.

La conciencia cívica, la responsabilidad compartida y la acción colectiva son más que palabras bonitas en un discurso; son el cimiento sobre el cual se edifica el futuro de Nuevo León. La realidad es que cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en esta gran obra que es el mantenimiento y mejora de nuestro hogar común.

Hemos visto en otras regiones y países los efectos devastadores de la negligencia y la falta de preparación ante eventos naturales. No podemos darnos el lujo de ser complacientes o pensar que “eso no nos pasará a nosotros”.

Porque la verdad es que ya nos está pasando, y la prevención es la única herramienta con la que contamos para mitigar las consecuencias.
Asimismo, las autoridades tienen un mandato claro: ser servidores públicos en el sentido más puro de la palabra. Servir a la comunidad garantizando infraestructuras seguras, políticas efectivas y una comunicación transparente.

No se trata sólo de asignar presupuestos o lanzar campañas, sino de poner el corazón y el esfuerzo en cada acción, con la visión puesta en el bienestar de todos los habitantes.

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