Estilo de Vida

De la pobreza a la alta cocina: la historia de la langosta

La langosta, antes comida de pobres, es hoy un manjar exclusivo. Descubre cómo se ha convertido en símbolo de lujo, con platillos y maridajes únicos

  • Por: El Horizonte
  • 13 Agosto 2025, 07:00

Durante siglos, la langosta ha sido símbolo de lujo y sofisticación, aunque curiosamente, en sus inicios era considerada comida de pobres. 

En la América colonial, se usaba incluso como fertilizante o alimento para prisioneros. Fue hasta el siglo XIX que su popularidad cambió, gracias a que en algunos trenes la sirvieron como manjar costero. Hoy, la langosta es sinónimo de alta cocina, servida en los restaurantes más exclusivos del mundo.

Entre los platillos más extravagantes que incluyen langosta destaca el “Lobster Thermidor”, una preparación francesa con crema, mostaza y brandy, gratinada en su propio caparazón.

También existe la “Langosta al oro”, un plato servido en Dubái que incluye hojuelas de oro comestible y caviar. En Japón, el sushi de langosta es una delicadeza, reservada para celebraciones especiales. Incluso se sirve en versiones trufadas o infusionadas con sake.

Para degustar correctamente una langosta, se recomienda cocinarla al vapor o hervida, resaltando así su sabor dulce y su textura firme. Como explica el chef Eric Ripert del restaurante Le Bernardin en Nueva York: “La clave está en no sobrecocerla; una langosta bien cocida debe sentirse jugosa y casi sedosa”. 

Se debe romper el caparazón cuidadosamente con pinzas, extrayendo la carne con precisión. El chef Thomas Keller también aconseja: “Un toque de mantequilla clarificada realza su dulzura natural sin opacarla”.

Y aunque la mantequilla clarificada es el acompañamiento clásico, algunas variantes usan emulsiones cítricas o picantes. Lo ideal es comerla caliente, apenas cocida, para evitar una textura gomosa. (Con información de Agencias)

Una experiencia de sabor

  • El maridaje perfecto con langosta varía según su preparación. Con mantequilla y al vapor, los vinos blancos como el Chardonnay o el Albariño realzan su sabor. 
  • Si lleva salsas intensas, puede armonizar con un Champagne brut o un Pinot Noir ligero. 
  • También es común acompañarla con cervezas artesanales ligeras o cócteles como el Martini seco.
  • El equilibrio entre acidez, frescura y cuerpo del vino es esencial.

¿Con qué se acompaña?

Como sides ideales, destacan el risotto de limón y espárragos, que complementa el dulzor de la carne. Otra opción infalible son las papas dauphinoise gratinadas, cremosas y sabrosas. 

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