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Opinión

Aceptación

El momento presente

En el momento en que el ser que somos, se identifica con el pequeño yo, se inicia una lucha interminable.
 
Un día me di cuenta que en mí existía una insatisfacción de fondo casi constante que era paliada por actividades que me dieran placer, me ocuparan, me distrajeran o me proyectaran a un futuro donde me percibía más seguro que lo que en dicho momento vivía.

Básicamente, vivía para darme placer y seguridad y así mi vida transcurría y el tiempo pasaba, hasta que un día me dije a mí mismo que la vida tenía que ser más que eso. ¿Qué era exactamente a lo que me refería con “algo más que eso”?

No lo sabía en ese momento, pero en mí se despertó una nueva inquietud, el darme cuenta que siempre quedaba un rescoldo de insatisfacción o incompletitud después de cada experiencia fuese la que fuese, ¿te ha pasado?, así que inicié una búsqueda para encontrar eso que según yo me faltaba.

Me di cuenta que existía toda una cultura o una corriente con infinidad de seres humanos que desde hace miles de años habían iniciado búsquedas para salir de dicha limitación y que daban cuenta de revelaciones que para mí aún eran relatos lejanos a mi propia experiencia, pero que me daban una pista sobre hacia dónde quería dirigir mis velas.

Dicho viaje al interior lo inicié a mis treinta y seis años y hoy a mis cincuenta y cuatro, puedo decir que es lo más maravilloso que me ha podido suceder, mi vida dio un radical giro de la zozobra a la plenitud, de la angustia a la confianza, del sufrimiento a la aceptación.

Sin embargo, ningún progreso, ningún beneficio ha sido logrado por mí, o por decirlo de otra forma, ningún beneficio ha sido logrado por mi yo, de hecho cada que mi ego interviene complica todo el proceso, como dice un maestro zen, se vuelve la arena en el engranaje de la perfección de la vida que lo atora o tensiona.

No niego que me llegan momentos (que a veces se alargan), donde dichos hábitos mentales generados y reforzados en las primeras tres décadas de mi vida toman el mando, pero ahora me doy cuenta de ellos, y puedo desactivarlos en menos tiempo, antes de que toda la novela se estructure en mi mente, y me arrastre a sus dramas.

Y si hay algo que puedo resaltar de dicha cosmovisión que la vida me ha regalado es la aceptación.

Si bien es cierto que no es algo en lo que me considere maestro, si puedo darme cuenta de que en el momento que considero que todo ocurre de acuerdo a un infinito proceso de interconexión, de acuerdo a un proceso impersonal de causas y condiciones que tienen moviendo este misterioso engranaje desde millones y millones de años; no me queda más que hacer lo que me toca, y soltar en lo que no me toca.

Para observar cómo la vida ajusta por aquí, transforma por allá y al final el proceso continúa tan rico y floreciente como siempre lo ha sido.

¿Mi yo escribió esto? Así parece, pero todo fluyo de la apertura que he mencionado esperando que como a mí me pasó un día, toque en ti alguna fibra que te haga ver que el mundo y sus logros no está hecho para darnos lo que ya somos: Felicidad y plenitud sin límites.

Hasta el siguiente momento presente.

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