El ajo negro se ha puesto muy de moda, tanto en las altas cocinas como en los hogares. Es importante saber que el ajo negro no es una variedad diferente al ajo blanco, ambos son el ajo que comúnmente conocemos Allium sativum, la diferencia radica en el proceso de “envejecimiento” al cuál es sometido el ajo negro.
El ajo negro se produjo por primera vez en Japón, cuando un científico buscaba eliminar el olor tan fuerte del ajo blanco. Para ello decidió someterlo a un proceso de fermentación, controlando la temperatura y la humedad constante durante un largo período de tiempo (más de 40 días).
El ajo cambió su color a negro y también algunas de sus propiedades, las cuales enlisto a continuación.
Es bien sabido que consumir ajo con regularidad mantiene el sistema inmunológico en buen estado, mejora la circulación previniendo de enfermedades cardiovasculares, ayuda a controlar los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre.
Su propiedad antimicrobiana lo hace un buen apoyo en enfermedades de las vías respiratorias, tiene una acción antiparasitaria sobre el sistema digestivo, es rico en antioxidantes, es un antiagregante plaquetario natural, así como un tónico general.
Pero, ahora que tenemos al alcance en el mercado tanto el ajo negro como el ajo blanco, ¿cómo saber cuál es nuestra mejor opción?
Aunque aún se están haciendo estudios al respecto, una de las principales diferencias entre el ajo negro y el ajo blanco es la concentración de azúcares que contiene el ajo negro, de hecho, su sabor se vuelve ligeramente dulce.
En el proceso en el que se somete el ajo negro se pierden algunos de sus aminoácidos, sin embargo, tiene una mayor concentración de antioxidantes que el ajo blanco, así, la actividad de eliminación de radicales libres es mucho mayor en el ajo blanco que en el negro.
En cuanto a la actividad sobre el sistema inmunológico, el ajo blanco presenta mejores cualidades inmunológicas que el ajo negro. En este caso, se recomendaría más utilizar el ajo blanco como antiviral para el tratamiento de gripas o resfriados.
Si lo que buscamos al consumir ajo es apoyarnos a bajar los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre, aún no se han hallado diferencias significativas entre el uso del ajo negro o el ajo blanco, así que cualquiera de estas dos opciones nos servirá.
Sin embargo, sí se ha demostrado una mayor efectividad para reducir la presión arterial con el ajo negro, aunque el ajo blanco tiene además una acción antiarrítmica y cardioprotectora.
Tanto el ajo negro como el ajo blanco se pueden consumir para evitar las complicaciones que trae la diabetes. Su acción hipoglucemiante lo hace un buen apoyo para la hiperglucemia y otros desequilibrios metabólicos, como la resistencia a la insulina.
