Llevo más de dos décadas viendo cómo las promesas de la NFL se rompen más rápido que las ilusiones de los fanáticos de los Jets. Y Joe Burrow, el niño bonito de LSU, no es la excepción.
Llegó a la liga el 23 de abril de 2020 como la joya de la corona para los Bengals: Heisman Trophy bajo el brazo, récords que parecían inalcanzables y un Campeonato Nacional en su currículum.
Una ficha de póker que cualquier franquicia hubiera apostado sin parpadear. Y claro, Cincinnati lo firmó por $36.1 millones de dólares, convencido de que había encontrado a su mesías.
El problema es que ese “mesías” parece atraer las lesiones, que son fortuitas claro está, pero Burrow le pasan y de gravedad.
Desde su debut ha pasado por rotura de ligamento en la muñeca, distensión en el gemelo, y ahora, en pleno septiembre de 2025, se lleva de recuerdo un “turf toe” que lo mandará al quirófano y lo sacará de circulación tres meses.
¿Tres meses? En la NFL, tres meses son una eternidad; lo suficiente para que tus compañeros entierren la temporada antes de que tú salgas del hospital.
Los Bengals tendrán que reinventarse otra vez, y ya saben lo que eso significa: improvisar, rezar y esperar milagros en una liga donde los milagros duran menos que un coordinador defensivo en Dallas.
LA MASACRE QUE SE VIENE
Y mientras Cincinnati llora sus desgracias, en Buffalo ya están afilando los cuchillos. Los Bills arrancaron la temporada como un tren sin frenos: dos victorias al hilo y un ataque que parece diseñado por un científico loco. ¿La víctima en turno? Los Dolphins.
Lo de Miami es un circo sin payasos. Tua Tagovailoa se ve más perdido que turista sin GPS, y su ofensiva no carbura. Dos derrotas seguidas ante Colts y Patriots son la prueba de que este equipo no sólo no arranca, sino que ya está sacando humo.
Para colmo, Buffalo tiene la costumbre de hacerlos trizas: seis victorias consecutivas contra los pobres Delfines, quienes sólo han podido presumir un triunfo desde 2022… y eso fue casi un accidente. Si hoy jueves caen otra vez —y créanme, caerán—, pueden irse despidiendo de la postemporada antes de que llegue Halloween.
Así que sí, prepárense: lo que se viene en el Highmark Stadium no es un partido… es una masacre anunciada.
