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Opinión

Calcomanías matonas y las campañas electorales en Nuevo León

Eloy X Hoy

Me entrevistan en El Horizonte sobre el uso de las calcomanías en las campañas electorales. ¿Son una frivolidad? No. Son artículos de propaganda válidos para difundir la imagen de un candidato. Al final de una campaña se despegan del cristal y punto. No son invasoras de la privacidad ajena.

Se dice que el primero en usarlas masivamente fue John F. Kennedy en su campaña para senador en 1953. El dato es falso. El primero en usar calcomanías en campañas electorales fue un candidato mexicano en su contienda presidencial de 1929: José Vasconcelos.

Nadie le reconoce a Vasconcelos haber sido pionero en el uso de artículos publicitarios para reforzar su imagen y posicionar su nombre como parte de su estrategia electoral.

No lo hacen comúnmente los historiadores porque tildan a Vasconcelos de nazi. Y tienen razón en parte.

Porque en realidad no hay uno sino dos Vasconcelos metidos en un mismo cuerpo y una misma mente.

El primero fue el filósofo demócrata, abierto y tolerante de los años 20, a quien se le ocurrió el lema universitario: “por mi raza hablará el espíritu”.

El segundo Vasconcelos fue ideológicamente deformándose hasta asumir los rasgos de un fascista marca diablo que llegó a proponer la bomba atómica para desaparecer a la raza humana.

El Vasconcelos bueno despreciaba a los gringos (no sin algo de razón), pero les legó dos modelos para hacer campaña electoral: las calcomanías y los pines. Cierto que ya se usaban los pines en EUA (hasta Lincoln regalaba los suyos a sus potenciales votantes) pero hechos artesanalmente. Vasconcelos, en cambio, los maquiló en serie.

¿Sustituyen las calcomanías a las propuestas electorales? Por supuesto que no. Más bien son complementarias.

Una campaña electoral implica formar una narrativa convincente: estimula al electorado para que asocie las ideas de un candidato con tu nombre y su rostro. Si no consigues las tres cosas, estás perdido de antemano.

Termino con un comentario práctico: la calcomanía para pegar en los vidrios traseros de los vehículos requieren el consentimiento del conductor para convertirlo en valla publicitaria trashumante.

Por otro lado, las calcomanías matonas dejan en claro que quien consiente que un candidato le pegue en su vehículo una calca, con su beneplácito va implícito un probable seguidor o simpatizante. Es decir, casi garantiza un voto.

Dicho de otro modo, por mi raza hablará mi calcomanía.

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