Carta dirigida a Mariana Rodríguez, candidata a alcaldesa de Monterrey

Estimada Mariana: El presente documento tiene la mejor de las intenciones para que puedas lograr ser la primera edil de la capital industrial de México: Monterrey, Nuevo León. Esta, otrora, bella y majestuosa ciudad se caracteriza, entre otras cosas, por el gran espíritu y trabajador de los que moran aquí; es un verdadero ejemplo a seguir. Muy a pesar de su clima extremoso y semidesértico, la valentía de sus habitantes no decae; al contrario, motiva al espíritu a seguir luchando para crecer.

Dada tu juventud y, ahora que eres la señora esposa de nuestro gobernador Samuel García, tienes muchas posibilidades de dar una gran pelea por ocupar la primera silla municipal. Tu carisma y condición femenina te coloca como fuerte aspirante a ocupar el puesto ya señalado con antelación. 

Sin embargo, te pregunto: ¿de verdad quieres ganar estas elecciones? o ¿simplemente quieres participar para saber tu real estatus o posición de aceptación con la comunidad regia? A ver, si tu respuesta es positiva a la primera pregunta, luego entonces deberás de aceptar que recibirías muchos apoyos de tu señor esposo; es decir, del gobernador. 

Que de entrada te digo: Monterrey en sí saldría ganando, empezando con decir que a ti no se te congelaría cuenta de recursos alguna. ¿Qué no pedirías que no se te concediera? ¿Cierto o no? ¿Es benéfico para tu intención?

Ahora bien, para conquistar al público regio se requiere más que la juventud (tu enorme tesoro), también es necesario obtener miles de sufragios para que puedas “arrasar” en las elecciones del 2 de junio. 

Te digo, respetable Mariana: es sumamente importante impactar e impresionar a los votantes de Monterrey, ¿estás dispuesta a ser tú misma? Me explico: ¿Tu solita escogerías a tu equipo de campaña plural en donde se vea “la mano” de una auténtica y genuina candidata que quiere demostrar sus cualidades en este arte de saber gobernar y que empieza justo “en conquistar al electorado” con ideas frescas y plurales?

En el tema de los debates que de seguro habrás de enfrentar, ¿estás preparándote para sólo contestar las preguntas o para doblegar a tus adversarios con propuestas y planes de gobierno contundentes y viables para administrar a una de las tres ciudades más importantes de México? Sin embargo, tus competidores electorales te tenderán trampas muy difíciles de sortear. 

Tus asesores deberán estar empapados de los temas reales que aquejan a nuestra metrópoli para brindarte datos duros y verídicos; mismos que te darán seguridad e hilaridad en tu disertación. En tu primer flaqueo te tupirán con toda su fuerza. Se lanzarán con todo y a la yugular. “El Pato” Zambrano, Adalberto Madero y Adrián de la Garza se la saben de todas, todas.

En el tema de imagen la llevas de ganar. Así de fácil, en este punto no creemos que te superen. No obstante, eres sabedora que para triunfar en Monterrey se ocupa más que ello. Sin menospreciar a ningún candidato, el rival a vencer es Adrián. 

El licenciado de la Garza ya fue dos veces alcalde por Monterrey y domina el tema al dedillo. Y súmale que los panistas, de hecho, o de derecho, trabajarán para que sea la tercera vez. El asunto se complica para ti.

Ten cuidado con el uso de los recursos humanos o de los trabajadores al servicio del estado de Nuevo León, debido a que lejos de ayudarte te podrían perjudicar mucho si echas mano de sus saberes. Este es un tema muy delicado. Nos referimos a que todo recurso público no debe ser usado para efectos electorales. Los del PRIAN son expertos en este renglón.

Entonces, para este fin noble de representación popular que ya aceptaste por Movimiento Ciudadano, ¿estás dispuesta a desligarte momentáneamente de la influencia que tu señor esposo pudiese tener sobre ti? Digo, los votantes te lo adivinarían en las primeras de cambio y no verían a “una auténtica y genuina Mariana Rodríguez como futura alcaldesa de Monterrey. ¿No lo crees así? Como dijera mi “abue”: UNA COSA ES UNA COSA; Y OTRA COSA ES OTRA COSA. ¿A verdad?

Sabedor que de alguna manera llegará esta carta hasta tus manos, me despido de ti no sin antes reiterarte mis más altas consideraciones y respetos dado el “juego” al que acabas de entrar y por la gran experiencia que vas a adquirir en este entramado político oficial. No está nada fácil. ¿Cierto?