Una amiga me escribió hace seis meses para decirme lo triste que se sentía porque su hija adolescente hizo limpia en su cuarto y sacó todo el material para manualidades con el que habían jugado por años juntas.
Mi amiga se sintió muy triste, cómo es posible que su niña con la que jugaba cualquier tarde a cualquier manualidad, ya no quería hacerlo. Así que resignada le dijo que estaba bien, aunque por dentro le dieron ganas de llorar y de gritar: “No te vayas mi niña, la estamos pasando muy bien”. Esto era un síntoma natural de esta etapa, que estaba cambiando sus intereses y explorando un mundo nuevo.
Mi amiga me compartió su historia con frustración y me pidió un consejo. Yo con hijas de la misma edad y que además comparto el gusto por hacer manualidades con ellas, me quedé pensando y primero le dije que era normal, mis hijas también estaban cambiando sus intereses.
Y es que es un duelo el que pasamos los papás cuando ves a tu hijo cambiar de etapa. Sí, ya sé que es la ley de la vida, pero no podía dejar a mi amiga con esa respuesta fría y que obviamente ya conocía. Entonces le aconsejé lo que yo estaba haciendo, le dije: “Amiga, lo que a mí me ha funcionado es seguir haciendo las cosas que me gustan, sin esperar que ellas también las hagan conmigo”.
Seis meses después me escribe para decirme lo emocionada que estaba porque siguió mi sugerencia y se dio la magia. Ella retomó un tejido que tenía abandonado, es importante decir que las mujeres de su familia tejen muy bien, como una tradición familiar. Ella retomó este gusto y un buen día su hija se acercó y quiso tejer junto a ella. Este momento significó mucho, conmovida y emocionada se apresuró a darle a su hija una aguja y estambre para que iniciara su propio proyecto.
Su hija comenzó a hacer scrunchies (banditas para pelo) y hasta su esposo retomó una composición musical que tenía pendiente. Mi amiga llegó a la conclusión de que el ejemplo arrastra. Le bastó una aguja para hacer magia y crear un ambiente creativo y de vínculo con su hija. No podemos estar esperando que los demás hagan algo que nos haga felices a nosotros. Tú quieres tocar el piano, métete a clases, quieres escribir, escribe, pinta, canta, goza, vive, no te olvides de disfrutar el camino.
Como personas estamos formados de un cuerpo y un espíritu. El cuerpo es fácil de saber cómo cuidarlo; con ejercicio, alimentación, ya sabes. Pero el espíritu es más complicado de atenderlo. En el aspecto religioso, lo puedes hacer con oración, meditación o como sea que tu fe te invite a hacerlo. Pero nuestra parte espiritual también incluye la parte creativa, esa que alentamos con arte, música y naturaleza. Esas actividades que nos hacen perder la noción del tiempo.
A esto se refiere “el flow”, este concepto fue introducido en 1975 por Mihaly Csíkszentmihályi, psicólogo húngaroestadounidense, es uno de los pilares de la psicología positiva: Se refiere a realizar actividades que nos introducen a un estado de la mente de máxima creatividad. Martín Seligman, creador del concepto de la psicología positiva, lo explica mejor que yo en esta frase:
“El flow o experiencia óptima es un estado en el que la persona se encuentra completamente absorta en una actividad para su propio placer y disfrute, durante la cual el tiempo vuela y las acciones, pensamientos y movimientos se suceden unas a otras sin pausa”.- Martin Seligman.
¿Tienes algún hobby o actividad que te haga sentir así? Si tu respuesta es sí, eres muy afortunado. Si tu respuesta es no, quiero decirte que hay un mundo que te espera para que lo explores con la curiosidad de un niño.
Hay un libro maravilloso que nos habla sobre cómo desbloquear nuestra energía creativa, te recuerdo que todos somos creativos por naturaleza; sí, tú también, no importa si no te sientes así, así nacemos todos.
El libro se llama Libera tu magia, de Elizabeth Gilbert, y en él nos habla de la magia creativa que todos llevamos dentro:
“Y tú tienes tesoros escondidos dentro de ti, tesoros extraordinarios, y yo también, y todos los que nos rodean. Y sacar a la luz esos tesoros requiere trabajo, fe, concentración, coraje y horas de devoción, y el tiempo corre, el mundo gira y simplemente ya no tenemos tiempo para pensar en pequeño”.- Elizabeth Gilbert (Libera tu magia / Big Magic).
Así que no hay tiempo que perder, ya no estamos para eso. Deja la vergüenza o el qué dirán en un cajón y retoma o inicia eso que tu corazón te ha estado susurrando al oído. Un ejemplo de esto es lo que estoy haciendo en este momento, escribir porque me gusta escribir, en un viernes por la noche a punto de salir corriendo a recoger a mis hijas en el tráfico de Monterrey que a cualquiera le roba la inspiración.
Pero si vieras qué contenta me siento de haber escrito estas líneas para mí y sobre todo para ti que me regalas estos minutos.
Espero tu mensaje en @familiavia.mx para que me cuentes qué andas haciendo para ti que te hace vibrar.
Gracias por leerme, nos vemos la próxima semana por aquí.