La Ruta Nacional 7, fue un detonante de la fama de la gastronomía francesa.
Hace unos meses, me topé con un documental que decía tratar sobre la historia de la cocina francesa. La sinopsis no le hacía justicia; no se trataba de toda la historia, sino de un relativamente breve periodo en el siglo veinte.
Aunque sinceramente, no por su enfoque en ese periodo de tiempo, dejaba de ser interesante.
El documental trababa de un camino: Uno que tuvo sus orígenes en las vías romanas de tiempos de Marco Agripa, el del famosísimo Panteón. El político, estableció caminos que unían la capital de la Galia, la actual Lyon, con Lutecia y el mar Mediterráneo.
En el siglo XX, esa conexión entre París y la costa azul, junto con la llegada de automóviles de bajo precio, convirtieron a la antigua Vía Agripa, en una importante arteria turística: La ruta de las vacaciones.
Cada año millares de franceses circulaban por la Route Nationale 7, durante las temporadas festivas, y esto permitió que algunos chefs de la región obtuvieran una notoriedad internacional.
Instituciones como Troisgros, Bocuse, La Pyramide y La Mere Brazier, se posicionaron como grandes restaurantes de la cocina gala, obteniendo reconocimientos en todas las guías.
El sueño de los hermanos Michelin, se había convertido en una realidad. Tanta fue la importancia de la RN7, que el famoso cantante Charles Trenet (el de La Mer), le dedicó la canción Nationale 7, que es uno de sus grandes éxitos.
La misma popularidad de la RN7, eventualmente se convertiría en uno de sus detractores. Durante los meses de verano, la ruta también se hizo famosa por los embotellamientos que se hacían en ella.
Eventualmente, comenzaría la necesidad de buscar rutas alternativas para vacacionar, surgirían autopistas más modernas y la Nacional 7 perdería su ímpetu.
Sin embargo, los chefs franceses, encabezados por el mismísimo Paul Bocuse, no conformes, se lanzarían a la conquista del resto del mundo. Monsieur Paul organizaría viajes a distintos países para dar a conocer su gastronomía, y se hacía acompañar de un séquito de cocineros.
A los lugares a los que llegaba, eran recibidos casi como dignatarios internacionales. Bocuse, se convirtió, casi, en el equivalente a una estrella de rock por el reconocimiento que llegó a obtener.
Al grado, que el presidente Giscard D’Estaing le otorgó la mayor distinción que otorga su país, misma que no había sido otorgada a ningún cocinero desde el mítico Auguste Escoffier.
Hoy en día, los célebres chefs que se volvieron famosos en la Route Nationale 7 ya no están con nosotros, sin embargo, su legado sigue vivo gracias a los esfuerzos de sus descendientes como Michel Troisgros o Anne Sophie Pic e incluso de chefs que sin ser de las familias, han tomado las riendas de los míticos establecimientos.