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Opinión

El tiempo justo

Crónicas de un comelón

¿Cuánto debemos esperar por unos platillos? ¿Qué hacer cuando las cosas se atoran?

Justo en estos días se me ocurrió ir a una de las plazas comerciales más concurridas de la ciudad… en domingo. 

La plaza estaba a reventar y los restaurantes en ella también. Nos enfilamos a un restaurante de comida “rápida”. Parecía haber largas filas, pero nos percatamos de que esa gente no estaba esperando para ordenar, sino para recibir la comida. 

Había algo de fila en los quioscos de autoservicio, pero la caja estaba sola, así que nos acercamos. La señorita nos advirtió que tenía un tiempo de espera de cincuenta minutos. Aceptamos y ordenamos. Encontramos una mesa y esperamos a que el localizador sonara. 

Fue casi una hora, pero finalmente salió nuestro pedido. Sí había gente que estaba molesta, pero supongo que muchos de ellos fueron de los que pidieron por los quioscos, ya que no creo que en ellos les hayan avisado del tiempo de espera, en mi caso, como dice el dicho: “Sobre aviso no hay engaño”. 

Este episodio me dejó pensando en el tema de los tiempos de espera en los restaurantes. ¿Cuánto es lo correcto que debemos esperar para recibir nuestra comanda? La verdad es que no hay una respuesta correcta, depende de muchos factores como el tipo de restaurante que estamos visitando, de lo que pidamos, de cómo lo pidamos, de la cocina y tantas otras cosas. 

Sí es cierto que guías como Forbes evalúan, al menos en los hoteles, el tiempo de espera para recibir los alimentos. Según sus estándares, en servicio al cuarto, un desayuno no debería demorar más de 15 minutos, y una comida o cena, más de 30. 

Después de conocer esto, siempre hago caras cuando me dicen que mi tiempo de espera es del doble de esos tiempos, aunque esto simplemente quiera decir que esos hoteles no tienen interés de ser considerados por esa guía. 

La verdad es que una cocina saturada es un problema que lamentablemente puede y va a seguir sucediendo. Les decía, hay tantas cosas que pueden pasar, que es prácticamente imposible estar preparado para todo. 

Recuerdo una noche en el restaurante en el que hice mis prácticas de segundo año de la escuela, teníamos el comedor lleno, era viernes en la noche. De cuarenta y tantos comensales que teníamos sentados, los cuarenta y tantos pidieron platillos de pescado. 

En esa cocina, básicamente teníamos tres estaciones: Entradas frías, pescado y carne. Podrán imaginar que en la estación de pescado estábamos saturados y los de la carne sólo nos podían ver. Problemas de la especialización. 

Bueno, entonces ¿qué debemos hacer cuándo algo así suceda? No creo que esté mal que, como comensales manifestemos nuestra molestia, pero cuidando las formas. En cocina saben lo que está pasando e idealmente, también deberían ofrecer algo que, al menos, nos brinde un poco de consuelo.

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