1. Ante la andanada de spots, mensajes y videos en nuestras redes sociales, con referencia a las próximas elecciones, le propongo una tregua en esta batalla, para reflexionar en temas diferentes, pero que de alguna manera también tocan nuestra vida cotidiana. Estoy leyendo el libro de Craig Wright: Los hábitos secretos de los genios. Los 14 rasgos de las mentes más brillantes de la historia (Planeta, 2023), que plantea una pregunta interesante y, al mismo tiempo, atingente. Los grandes personajes de nuestra historia: ¿son genios o talentosos?
2. Es decir, personas que han conseguido éxitos inobjetables en los terrenos del deporte, la política, los negocios, la escultura, la teología o la gastronomía: ¿son genios o muy talentosos? Wright propone una distinción entre ambos. “Un genio es una persona de poderes mentales extraordinarios, cuyos trabajos originales o percepciones cambian a la sociedad de manera significativa, para bien o para mal, más allá de las culturas y del tiempo”. Para ser un genio –insiste el autor– se necesita no sólo dar en el blanco oculto, sino ser el primero en hacerlo.
3. Talentosa, en cambio, es una persona que tiene un desempeño notable en actividades que otros inventaron. Roger Federer en el tenis, Warren Buffett en las finanzas, Gabriel García Márquez en la literatura o Nicolás Maquiavelo en la política, son talentosos, pero no geniales. Saben realizar tareas, pero no crearon esa disciplina, y lo mismo son edificantes que terribles. Un cirujano puede manejar el bisturí con gran talento, y salvar la vida de su paciente, así como un narcotraficante podrá torturar sin la mínima compasión al rival de un cártel y obtener información privilegiada.
4. El libro ofrece 14 rasgos de los genios, además de su creatividad e impacto, que nos pueden servir para potenciar si no nuestra genialidad –bueno, en mi caso, no sé si en el suyo–, sí nuestros talentos. Ellos son: 1) ética en el trabajo, 2) resilencia, 3) originalidad, 4) imaginación infantil, 5) curiosidad insaciable, 6) pasión, 7) inadaptación creativa, 8) rebeldía, 9) pensamiento transfronterizo, 10) acción inconformista, 11) preparación, 12) obsesión, 13) relajamiento y 14) concentración.
5. También ofrece siete intuiciones prácticas, que nos pueden ser muy útiles: 1) el coeficiente intelectual, los mentores y la educación de la Ivy League –ocho universidades norteamericanas de excelencia académica, selectividad en las admisiones y elitismo social– están sobrevaloradas; 2) sin importar cuán “dotado” sea tu hijo, no le haces ningún favor tratándolo como niño prodigio; 3) la mejor forma de tener una comprensión brillante es dedicarse a la relajación creativa: ir a caminar, darse un regaderazo, o dormir bien y…
6. … dejar papel y pluma junto a la cama; 4) adoptar un ritual diario para trabajar podría ayudar a que las actividades sean más productivas; 5) mudarte a una metrópolis o a una ciudad universitaria aumenta tus probabilidades de convertirte en genio; 6) para vivir más tiempo necesitas encontrar tu pasión; 7) por último, no te desanimes, porque nunca es demasiado tarde para desarrollar la creatividad: por cada joven Mozart –vivió sólo 35 años–, hay un mayor Verdi –murió a los 88–. Hasta aquí, a grandes rasgos, el contenido del libro. Órale. A perfeccionar nuestros talentos.
7. Cierre icónico. Quienes escribimos en diarios y sitios electrónicos, conductores de noticiarios y editorialistas, no hemos entendido, después de cinco años, una nueva ley epistemológica que se proyecta cada mañana desde Palacio Nacional, y que se ha repetido hasta el cansancio: si la realidad afecta la imagen de la misma que se ha construido en este lustro, por ejemplo, si la versión oficial indica que no hay violencia en el país, y ésta aparece en videos y fotos, no conviene darles difusión, pues ataca esa certeza. El problema es que la realidad no se deja maquillar, ni se puede ocultar.
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