¡Qué bárbaros! En dos años, los políticos actuales han logrado lo que no había ocurrido en la entidad durante más de 40: una ingobernabilidad a ultranza; veámoslo a continuación.
De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española la ingobernabilidad es lo que no se puede gobernar porque es insumiso, rebelde, desobediente, indisciplinado, díscolo e incorregible. En el plano político se refiere a la incapacidad de un gobierno para mantener un Estado de Derecho que permita potenciar el desarrollo social y humano de los ciudadanos.
En otros términos, es la inexistencia de gobierno, orden y tranquilidad; no hay conducción ni administración eficiente del aparato político; por consiguiente, subsiste una parálisis del crecimiento de la sociedad.
Es una pandemia política cuyo virus se ha apoderado de los tres poderes del estado y de varios gobiernos municipales, por eso es conveniente descifrar un poco los signos mortales que nos han contagiado estos políticos sin escrúpulos que solamente vienen a servirse del gobierno para provecho personal y de sus aliados. Según Leonardo Girondella Mora (ContraPeso, 2017), estas son algunas de las principales características de la ingobernabilidad:
1. Situación política desordenada.
2. Ilegalidad general.
3. Inestabilidad generalizada.
4. Facciones en lucha.
5. Inutilidad gubernamental.
6. Corrupción generalizada.
7. Batalla de propaganda.
8. Estancamiento económico.
No hay que ser expertos en ciencia política para tener conciencia de que las autoridades de Nuevo León encajan perfectamente en este oprobioso esquema, en el que nos tienen hundidos los partidos de la vieja y la nueva política.
Desde el gobernador, los diputados hasta los alcaldes metropolitanos nadie se salva. Todas y todos han abonado para que en Nuevo León no exista gobernanza y tengamos gobiernos fallidos cuya inacción e ineficiencia nos tienen colocados como la entidad más insegura, contaminada y con una crisis creciente en movilidad y suministro de agua potable.
Este es el precio de tener como gobernantes a estos políticos de pacotilla que todavía pretenden reelegirse o imponer a sus familiares para perpetuarse en el poder. ¡No tienen llenadera! ¡Qué poca vergüenza!
Ante esta situación tan desafortunada para las y los nuevoleoneses, donde no hay orden ni certeza jurídica no pueda haber planeación ni para el presente ni para el futuro. La intranquilidad y la falta de resultados se vuelve el pan de todos los días de gobiernos acostumbrados a mentir y actuar fuera de la ley.
El soportar y dejar pasar esta situación resulta peligroso para la vida cívica porque sin quererlo los ciudadanos terminan por ver con naturalidad todas las patrañas de estos desalmados. Su descaro se está convirtiendo en una normalidad en los círculos políticos, sus desfiguros disfrazados como historias cotidianas son cortinas de humo que impiden ver la desastrosa realidad.
Hay que decirlo claramente: vivimos en una entidad donde es nulo el Estado de Derecho; los diputados y el jefe del Ejecutivo son los primeros en violar sistemáticamente la ley desconociendo las instituciones; ni qué decir de los magistrados que pretendieron imponer como gobernador interino a alguien que estaba impedido legalmente a ocupar ese cargo y así podemos escribir una larga lista de acciones dolosas, ilegales y vergonzosas de estos políticos que son un peligro inminente para las instituciones públicas de Nuevo León.
Un gobierno humanista respetaría la Constitución y la división de poderes, pero como este gobierno está bajo el signo del Instagram sube historias de policías y ladrones para mantener entretenida a su audiencia.
En conclusión, urge que las autoridades se pongan a trabajar para resolver la seguridad y el bienestar de lo único importante: la gente.