carlos_pena_10a94d754c
Opinión

La caída silenciosa de las remesas: ¿y ahora quién sostiene a México?

Columna Invitada

Durante años, las remesas fueron el “petróleo emocional” de México: un flujo constante de dólares enviados por millones de migrantes que compensaban salarios precarios, informalidad y políticas públicas incompletas. Hoy, esa marea empieza a bajar. En octubre de 2025 entraron al país $5,635 millones de dólares, una caída anual de 1.7% y el séptimo mes consecutivo de descensos. De enero a octubre, el acumulado suma $51,344 millones de dólares, 5.1% menos que en el mismo periodo de 2024: la mayor contracción desde la crisis de 2009.

El dato duro rompe una narrativa que se volvió cómoda: las remesas siempre crecen. No era solo una cifra de la balanza de pagos, era un supuesto político y social. Gobernadores, alcaldes y hasta bancos diseñaron estrategias sobre la idea de que ese río de dólares sería inagotable. Pero los números están contando otra historia: hay menos envíos (-5.4%), aunque el monto promedio por operación ronda ya los $403 dólares, un aumento cercano al 4%. Es decir, quien puede mandar, manda más… pero cada vez son menos los que pueden.

Las causas están del otro lado de la frontera. El mercado laboral estadounidense se enfría, la creación de empleos se reduce y la sombra de una política migratoria más agresiva vuelve a crecer, con más detenciones y deportaciones. En paralelo, la economía mexicana desacelera: Banxico recortó su previsión de crecimiento para 2025 a apenas 0.3%, con una industria débil y menor dinamismo exportador. La ecuación es peligrosa: menos oportunidades allá, pocas oportunidades acá.

La reflexión de fondo es incómoda: un país de 130 millones de habitantes descansó demasiado en el bolsillo de unos cuantos millones que se fueron. Las remesas financiaron comida, renta, educación… pero también sustituyeron la urgencia de construir un verdadero piso de bienestar interno. Mientras entraban, récord tras récord, $64,745 millones de dólares en 2024, parecía que el modelo funcionaba.

La caída progresiva de las remesas es más que una estadística: es un espejo. Nos obliga a preguntarnos qué pasa con las regiones que viven de ese dinero cuando el flujo deja de crecer; qué alternativas tiene el joven que ya no recibe apoyo del tío migrante; qué Estado queremos: uno que administra dólares que vienen de fuera, o uno que genera empleos y salarios dignos adentro.

Tal vez este sea el verdadero mensaje de los números: no es que los migrantes nos estén fallando; es que ya no podemos seguir pidiéndoles que sostengan solos el costo de nuestras omisiones históricas.

más del autor

La economía del divorcio en Nuevo León: abogados sin ética, niños sin paz

En Nuevo León, el divorcio se ha convertido en una industria silenciosa....

Lavado de Dinero en México: ¿Presión de Washington o una nueva cacería de brujas?

El combate al lavado de dinero en México vive uno de sus episodios más...

Banxico entre dos mundos: estabilidad interna y la sombra de la Fed

La política monetaria mexicana avanza sobre un terreno donde la información...

Nuevo León 4.º Informe: el poder de creer, construir y trascender

Hoy, Nuevo León volvió a demostrar que la fe en el trabajo, la visión y...

últimas opiniones

¿Por qué es un grave error quitar como embajador de Alemania a un notable regiomontano?

El regiomontano Francisco Quiroga Fernández dejará de ser embajador de...

La caída silenciosa de las remesas: ¿y ahora quién sostiene a México?

Durante años, las remesas fueron el “petróleo emocional” de México: un...

¿Ahora sí, Trump y Sheinbaum, side by side?

Todo apunta a que uno de los momentos estelares que muchos esperaban ver...

Oxford y la palabra del año

1. La “Palabra del Año de Oxford” comenzó a publicarse en 2004, y se...

×