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Opinión

La recta ¿final?

Cancionero

Este año resultará decisivo para los dos países que a los mexicanos más nos importan y afectan: el nuestro y el vecino del norte; las elecciones a la presidencia de las dos naciones, el primer domingo de junio y el primer martes de noviembre, van a dejar huella permanente para el futuro mediato e inmediato de ambos países.

No se necesita ser adivino para deducir que, si no sucede algo tan imprevisible como indeseable, los dos procesos electorales terminarán con la victoria de los dos favoritos actuales: Claudia Sheinbaum y Donald Trump. Así sea, en el voto mexicano, por muy estrecho y muy discutido margen.

En ninguno de los dos casos ese pronóstico debe causarnos regocijo alguno a los mexicanos: la señora Sheinbaum en su paupérrimo discurso insiste en que su visión del mando es solamente una prolongación del cuatrote, o como ella le llama su “segundo piso”. Cualquiera que desmenuce los resultados del primero, que confronte promesas y falsedades con la ruda realidad que cinco años después estamos viviendo, tiene motivos de sobra para abrigar temores.

El caso de Trump es más obvio: ya lo tuvimos en la Casa Blanca, y su línea antimexicana se ha venido intensificando con el particular énfasis en un tema que a los votantes norteamericanos mayoritarios les es muy grato, la inmigración. De esa certeza de su efectividad en la propaganda electoral nacen las amenazas –imposibles de cumplir– de cerrar la frontera con México o incluso enviar tropas armadas a contener la ola migratoria. 

Tiene razón el presidente López, y nos lo demostró con su propio ejemplo: una cosa es el discurso de campaña en busca del poder y otra las acciones que se toman en cuanto el poder se adquiere. Como todos los presidentes del México reciente, en el momento en que sienta sobre su pecho el calorcito que emana sin duda de la banda presidencial, doña Claudia comenzará a quitarle las capas a la cebolla para dejarnos ver lo que lleva dentro.

Trump es pillo, pero no es tonto y ya le tiene tomada la medida a los políticos mexicanos, que son zacatones para usar un término coloquial. Medrosos, vaya. Con un manazo en el escritorio y una amenaza económica doblan la testuz. Además, como la inmensa mayoría de los gringos Trump es descendiente de inmigrantes, y sabe que la grandeza de su país –económica, política, social– se la debe precisamente a la aportación de las sucesivas migraciones, desde los 102 puritanos peregrinos ingleses del Mayflower perseguidos religiosos, los polacos, checos, italianos, rusos, expulsados de Europa por la pobreza, o los judíos condenados a muerte por el fascismo, hasta los centroamericanos y mexicanos que buscan abandonar la violencia y la pobreza de sus tierras. Junto con los chinos, los negros y otras importaciones, hicieron el país más poderoso del mundo.

En el peculiar sistema electoral estadunidense, ayer martes Donald Trump se presentó a las elecciones primarias en el estado de New Hampshire, luego de haber arrasado en las de Iowa la semana pasada, con más de la mitad de los votos. Lo de ayer fue también mero trámite para que Trump sea el candidato republicano; su más cercano seguidor, del mismo perfil ideológico de Trump, es el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien declinó a seguir en la carrera. Esa es la buena noticia: la mala es que muy probablemente Ron vaya como pareja de Trump rumbo a la Vicepresidencia.

Por su lado, el domingo la señora Claudia ya fue investida oficialmente como candidata de Morena, como si hubiese alguna duda. Así entramos en esta recta final.

En los dos procesos se encuentra un favorito, pero sobre todo vemos la ausencia de opciones de oposición. Joe Biden, un joven de 81 años (Trump cumple 78 en junio), da muestras de senectud extrema que se llama senilidad. En México, Xóchitl tiene muy poco tiempo y recursos humanos para remontar la ventaja que el señor de Macuspana le da a su cachorra.

Y en estas circunstancias nos llevan al baile. 

 

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Las larguísimas colas en las oficinas del INE para tramitar cambios o renovación de la credencial del INE, en el último día que ello era posible, pueden ser engañosos. No es que los procrastinadores se mueran de ganas de acudir a votar; el asunto es que la credencial del INE es el documento más requerido, y usado, para comprobar la identidad de la persona en cualquier trámite. Ojalá que así se formen a votar en junio.

 

‎felixcortescama@gmail.com

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